Es curioso cómo pequeñas cosas se van apoderando de nosotros, como rezaba Leticia Sánchez en El Gran Juego: “somos infinitos, somos suma”, y creo que es una de esas frases que no pueden ser más nítidas, más claras.
Póngase por ejemplo una tontería de las mías, de esas que hacen que yo sea yo y no tú o cualquier otra persona: desde pequeña Los Simpson fueron mi telón de fondo, en mis comidas, en mis tardes, a veces prestándoles toda mi atención, en otras ocasiones como un ruido que no oyes pero sí escuchas y llena el silencio; y fue así, día tras día, que calaron en mí y llegó un momento en mi vida que no se puede ubicar ni en el tiempo ni en el espacio a causa de su imperceptibilidad (qué
curioso, casi como el amor), en el que evocaba escenas, momentos, frases… y era así cómo una simple palabra, gesto o situación, desencadenaba en mi cabeza un momento en particular de un episodio, casi como si mi cerebro procesase la información y se dedicara a buscar similitudes con aquél telón de fondo que me vio crecer. Y esto no quiere decir que me los sepa de memoria, es más, si me preguntarais por un episodio en concreto me quedaría, seguramente, en blanco. Pero están ahí, en mi subconsciente, listos para emerger cuando algo hace “clic”.Y es igual con los libros, me atrevería si fuera un poco más osada, a continuar las palabras de Leticia y añadir a ese “Somos infinitos. Somos suma” un pequeño y tímido “somos lo que leemos y leemos lo que somos”, pero como no lo soy olvidad mis últimas palabras y seguid como si nada, si es que mi aire divagador no os ha cansado ya y os habéis ido.
Como iba diciendo, o no porque deberíais haberlo olvidado…, somos lo que leemos porque es imposible salir de un libro sin que haya cambiado algo en uno mismo, aunque no lo notes o ni siquiera lo intuyas, y te sorprendas años más tarde dándote cuenta de que acude a tu memoria igual que los Simpson conmigo, o quizá nunca te des cuenta. Leemos lo que somos y es que se cree el ladrón que todos son de su condición, pero en la misma frase cada uno puede leer una cosa distinta, sin ir más lejos: no hace ni unos días que un libro, “Respirando cerca de mí”, con el que nada más leer su título un nombre acudió rápido y veloz a mi cabeza y siguieron esos versos que mi mente rememoró en esa simple frase. Interpreté eso en base a lo que soy, puede que fuera una frase escogida al azar, que ni tuviera incumbencia ninguna con Neruda y solo fuera una más de mis rarezas (os adelanto que en este caso tuve razón).
Diréis, ¿cuál es el motivo de este post? Simple curiosidad, quiero saber hasta qué punto os influye el entorno, lo vivido, más concretamente: esos que nos unen aquí, los libros. Yo por mi parte diré que en ocasiones me topo por las calles con gente que asocio al momento con algún personaje y le miro casi con complicidad, sonriendo, y pensan
do que guardaré su secreto, que no le diré a nadie que se ha escapado de las páginas un rato; otras veces, al igual que con Los Simpson, una palabra basta para desencadenar el recuerdo de un libro que ya creía olvidado; y en otras ocasiones me sorprendo a mí misma tarareando poemas, recitándolos en mi interior casi como un mantra, como rezando, porque puede que no crea en Dios ni dioses, pero sí hay dos cosas en las que creo: en el karma y en las palabras en general, o los libros en particular, como gustéis.Para quien quiera obviar mi tostón pero sí contestar a mi pregunta, resumida queda aquí: ¿Cómo influye la literatura en vuestra vida?
Maisha