Revista Opinión

Somos una banda

Publicado el 05 marzo 2012 por Vigilis @vigilis
Si cierta banda de gangsters no hubiera mentido y cierta otra banda de gangsters hubiera hecho sus deberes, el ejercicio de 2011 lo hubiéramos acabado con un déficit público del 6% y no del 8,51%. En Bruselas, calculando un déficit del 6% nos imponen un ajuste para este año del 4,4% para acabar en el 3% en 2013.
Como el déficit es mucho mayor del calculado, el Gobierno decide ajustar el objetivo intermedio de 2012 y dejarlo en 5,8%. El PP vuelve a adelantar por la izquierda incluso a IU, dejando a la pesoe sin discurso y, encima, aprovechando el tirón de la política testicular, tan agradecida en España.
Habrá que ver cómo cuadra el nuevo objetivo de déficit con la amable petición a las comunidades autónomas (qué término más cursi) de que ellas sí que no pueden plantearse otros objetivos que los marcados (1,5% de déficit público autonómico, que sólo cumple Madrid). Es decir, desde el punto de vista jurídico, qué fuerza tienes para tú poder cambiar y ellas no, cuando tanto gobierno central como regiones reciben casi por igual contribuciones fiscales. Ok, se puede decir que unos mandan sobre otros, pero en la práctica y costumbre esto no es así (la falta de jerarquía en cualquier grupo afecta de forma negativa a la toma de decisiones. En los manuales militares se suele decir que en caso de catástrofe y que un grupo heterogéneo de personas queden atrapadas, lo primero que hay que hacer es descubrir al oficial de mayor rango o al de mayor antigüedad y que éste reparta funciones. Y lo dicen por algo).
Somos una bandaTambién tenemos el pequeño problema de la administración local. Aquí cabe de todo. Recientemente salió la noticia de un municipio valenciano de 6.000 habitantes que arrastraba una deuda de 17,4 millones de euros. En el municipio lucense de O Páramo (1.600 habitantes, deuda de 600.000 euros, contrata de recogida de basuras sin cobrar desde hace 14 meses, sueldo de alcalde 6.000 € netos/mes), el alcalde se sube a un camión y va aflojando las bombillas de las farolas porque no puede pagar a Unión Fenosa.
Es decir, son estos mimbres con los que hay que hacer un cesto. Los campesinos (el nuestro es un país de campesinos y cortesanos), lo que ven a diario es lo que hace su ayuntamiento. Ni dos de cada diez dentistas son capaces de entender el mareo de los objetivos de déficit que no dejan de ser convenciones casi metafísicas que uno puede cambiar cuando le da la gana. Evidentemente comprobamos en el CIS que las medidas rajoyescas no afectan al votante.
Somos una banda
Y es que cada día que pasa parece abrirse más la brecha entre el mundo real y el mundo de las ideas bruselescas. Nos quitan la soberanía con el beneplácito de nuestros gobernantes. Vemos cumbres de encorbatados en la tele y personajes barbudos con pancartas intentando mantener su nivelón de vida. Todos a costa de los campesinos, que levantan la vista de la cepa y ven pasar a su alcalde subido a un camión aflojando farolas.
Nos hemos convertido en una banda. Que no me vendan sacrificios espurios por reducir 38.000 millones el gasto público. Eso se puede reducir en dos días sin afectar a las partidas ya comprometidas. Es más, es que es tan solo una cuestión de voluntad política, por lo tanto, de coste electoral. Así que los personalismos políticos en esta Edad de la Tontería, los salvapatrias y toda esta caterva de gente que jamás invitaríamos a cenar a nuestras casas, por mi pueden enseñarles las lágrimas de cocodrilo al espejo. Políticos, politiquillos y politicastros. Que los aguante su padre.
Estamos ante un confuso mareo de cifras cuando las cosas son mucho más sencillas: hay unas líneas rojas que no se pueden tocar, a partir de ahí no necesitamos bisturíes, sino hachas. No porque lo diga Bruselas, sino porque es lo moralmente y pedagógicamente necesario. Lo que diga Bruselas o su entramado institucional refractario a los campesinos, nos debe dar bastante igual. No por lo que nos sugieran una o dos etiquetas, sino porque hacen que nosotros seamos una banda. Van Rompuy repite mandato como presidente del Consejo Europeo. Ni idea, macho. Ni sé a qué se dedica, ni -la verdad- me importa. Quienes justifican los controles y contrapesos, cuando en el mundo real vemos pasar al alcalde en el techo de un camión, parece que no le tienen cogida la medida al personal. A éste y al otro: nos hemos convertido en una banda, y cuando antes seamos conscientes de ello y comencemos por tanto a actuar en consecuencia, antes dejaremos de llorar.

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