Son of a gun (Julius Avery, 2014. Australia, Gran Bretaña & Canadá): un insulso gazpacho de géneros (del drama carcelario al thriller de atracos con mil traiciones de por medio), donde un joven que ingresa en prisión por un delito menor se aliará con un violento delincuente (Ewan McGregor, lo mejor del film de largo), acompañándolo, una vez se escapan de la cárcel, en sus andanzas criminales. Repleto de acción sin sentido, no se ve ni un ápice de originalidad por ningún lado, recordando constantemente a multitud de producciones infinitamente mejores. Un trabajo ideal para que su nobel realizador dé el salto al Hollywood más industrial.