Concebí una vez bajo un cocotero
la idea feliz pero no sencilla
de garabatear una cancioncilla
que en días de sol fuera tu sombrero.
Quise darle rima aire marinero
y un toque final como de vainilla
parecido al beso que se atornilla
y que sale a flote como un madero.
Así esculpí esta invención sonora
arañando el pliego con torpe industria
hasta conseguir a última hora
una medicina para la flor mustia,
un remedio azul como la albacora
por si llega el día que encuentres tu angustia.