Expectativas contrapuestas han generado las dos partes, y no últimas, de esta nueva saga "videojueguil". En la primera eran bajas y sin duda las superó, pero con esta segunda eran altas y por desgracia no las ha cumplido. El hecho de introducir dos personajes carismáticos para apelar a la nostalgia de quienes pasamos horas delante de una Mega Drive es un poderoso reclamo, pero insuficiente para quienes también valoren aspectos cinematográficos, como el guion que en esta ocasión es un refrito de algo mil veces visto con pocos alicientes más allá de los guiños a los videojuegos. Tampoco ayudan varios momentos protagonizados por humanos que rozan la vergüenza ajena y que podrían editarse sin que se notara, salvándose eso sí, un pletórico Jim Carrey, el único de carne y hueso a la altura de lo mejor de esta película, el trío digital formado por Sonic, Tails y Knuckles quienes deberían copar muchos más minutos en pantalla, o incluso todos.