No tenía pensado hacer hoy esta entrada, pero tras la escucha inesperada de “Theresa’s Sound World” no he podido contenerme, tenía que comentar, hablar y rememorar mis sensaciones de cuando compré mi primer disco de Sonic Youth, el fantástico “Dirty”, de 1992. Por entonces ya hacía tiempo que los conocía, pero aun no me había decidido a comprar nada pese a que los temas que había escuchado me gustaban mucho. Supongo que hay músicas (o bandas) que requieren una apertura de mente que a algunos nos cuesta más adquirir que a otros. Por aquel entonces hacía ya bastante tiempo que había sucumbido a bandas como Pixies o The Jesus & Mary Chain, pero sin embargo con bandas como Sonic Youth o Dinosaur Jr. no terminaba de decidirme a meterme de lleno. Todo tiene su momento. Y para mí ese momento llegó cuando escuché aquel irresistible (para mí) single titulado “Youth Against Fascism”.
Sin duda ya estaba preparado para Sonic Youth y, por eso, cuando comencé a desgranar y descubrir los temas de ese doble vinilo la sensación fue de dicha y plenitud total. Me dejé envolver por toda su atractiva y misteriosa oscuridad, o por esa rabia salvaje y nada contenida que habían heredado bandas como Nirvana, o por la bruma velvetiana que parecía flotar sobre todo el disco, o por los ramalazos de airado punk dentro de ese conjunto lleno de piezas de perfecto rock indie y alternativo lleno de ruido, y por los aires experimentales, y por la perturbadora voz de Kim Gordon o por la más llevadera de sus compañeros Moore y Ranaldo. Por la magia hinóptica de temas como “Theresa’s Sound World”.
Sobre todo me dejé atrapar por ese sólido conjunto de estupendas canciones con títulos como “100%”, Chapel Hill”, “On The Strip”, “JC”, “Wish Fulfillment”, “Stalker” o ese temazo, para mí, entre los mejores que han hecho nunca, titulado “Sugar Kane”.
Recuerdo que cuando un par de años más tarde sacaron su siguiente trabajo, de corte bastante más experimental, se me grabó una frase de un crítico, el tipo venía a decir que los Sonic Youth eran un pedazo de banda (eso ya lo sabía) pero que ese disco era sólo para sus verdaderos seguidores, que eran los que les habían conocido antes del “Dirty”, la frase era algo así como “los que se subieron con “Dirty” al carro de Sonic Youth aprovechando la coyuntura (supongo que se refería a la explosión grunge y a su reivindicación por bandas como Nirvana), por favor, apearse en la siguiente estación”. Ese gilipollas me ofendió ¿Quién coño se creía que era para tratarme así? Yo me había subido al ese carro con el “Dirty” ¿Y qué? A mucha honra, comercial o no, es un pedazo de disco. Y desde luego no me he bajado hasta ahora de ese carro. Aunque lo mejor estaba por descubrir…