Aunque parezca irónico, venimos de disfrutar unas vacaciones en la costa del Cantábrico, en las que el pescado no formaba parte de nuestra dieta. ¿Por qué será que el lugar despierta sensaciones y sabores que urge hacer realidad? Nos apetece "muchísimo" comer una sopa de pescado.
Necesitamos pescado surtido para sopa, sepia, calamar, rubios, mejillones, rape, etc., 2 dientes de ajo, una cebolla, la mitad de un pimiento rojo, 2 hojas de laurel, un vaso de vino blanco, 500 gr de tomate natural, 5 rebanadas de pan, aceite, sal y pimienta.
Cortamos el pescado a trozos (el que lo requiera). Limpiamos los mejillones rascando la concha y dejándoles correr por encima el agua del grifo. Picamos el ajo, la cebolla y el pimiento y lo ponemos todo en una cacerola grande con medio vaso de aceite. Lo rehogamos a fuego lento, añadimos el tomate (pasado por el chino) y las hojas de laurel. Lo tenemos todo unos minutos cociendo a fuego fuerte.
La sepia y los calamares serán los primeros que pondremos en la cacerola, a fuego muy bajo, 20 minutos. Después añadimos el resto del pescado y lo dejamos cocer 15 minutos más. Al final le añadimos los mejillones, con su concha, el vaso de vino y lo salpimentamos. Mezclamos todo hasta que los mejillones se hayan abierto y lo cubrimos de agua.
Servimos 4 cazoletas individuales, colocamos una rebanada de pan en cada una y repartimos la sopa.