SORIA
Mi llegada a Soria tiene previstas varias paradas sin apremios ni agobios de horarios. Para compensar estas palabras nada mejor que un paseo relajado por la bonita Dehesa o Alameda de Cervantes, que queda mucho más insigne y noble.
Este pulmón natural en medio de la ciudad me sorprende con una cantidad ingente de arbolado, hábitat perenne de juguetonas y curiosas ardillas. El lugar es fotogénico, romántico, un gran parque dotado de bancos para reposar, locales para tomar algo, una rosaleda que debe ser primorosa en primavera, unos jardines mimados y unas fuentes y estatuas decorativas que embellecen aún más lo que ya era bello.
No te marches sin pasar por la ermita de la soledad, siglo XVI. Fue un antiguo santuario ampliado por la familia Ríos Salcedo. Aquí se venía para orar al Cristo del humilladero. La capilla es muy bonita, con esa muestra magnífica de Juan de Juni y su sublime talla del Cristo del humilladero.
Siendo un poco más mundanos ahora, volvamos a lo terrenal para distendernos por el animado Paseo del espolón. Numerosos acicates en su larga avenida, como el interesante museo numantino, construido en el año 1916 por Manuel Aníbal Álvarez e inaugurado tres años después por Alfonso XIII.
Me quedo en el museo para contemplar los restos prehistóricos de los yacimientos de Torralba, Los Tolmos, Ambrona... Hallazgos en la región de Caracena con una antigüedad de 300.000 años...
Es muy interesante la recolección celtíbera: esos frisos, cerámicas, cenefas, restos romanos antiquísimos. En este museo inevitable hay espacio para el mundo visigodo, islámico, cristiano...
Más curiosa es en una planta superior la reproducción de un típica vivienda celtíbera, un chamizo en realidad con techumbre de paja quebradiza.
Prosigo mi paseo al exterior por la calle Mariano Granados, donde puedes y debes pasar por la oficina de turismo. Allí me indican itinerarios que sigo con fidelidad por Benito Aceña y aledañas. Enseguida me toparé con la soberbia iglesia románica de Santo Domingo, siglo XII. El apocalíptico pórtico merece una detallada explicación, si tienes ocasión e intención. La iglesia, que mira como referencia a la de Nuestra Señora de Poitiers, es como un libro en piedra sobre la vida de Jesús, escenas bíblicas, efigies y detalles ornamentales que hablan del malhadado Apocalipsis.
Inicialmente dedicada a Santo Tomé, pertenece a la orden de las clarisas desde 1853. Es muy oscura, como suele pasar con el adusto románico.
Son preciosos los retablos.
Un edificio descollante, que llama la atención ya desde la lontananza, es el Palacio de los Gomara. De estilo renacentista, siglo XVI, es la actual sede de la Audiencia Provincial.
Una iglesia bonita, decorada con colores como de cuento, blanca y rosa, es la del Carmen. Una coqueta construcción renacentista que alberga en su interior interesantes retablos. Se encuentra en la plaza Ramón Ayllón.