Revista En Femenino

¡Sorpresa!

Por Mamaenalemania
Reconozco que muchas veces peco de pasota y antepongo la comodidad (o la economía) a la estética en el vestuario de mis hijos.
Muchas más veces de lo que peco es de blanda y confieso aquí y ahora haberles dejado salir de casa con los pantalones o el jersey del revés.
Pero es que no lo puedo evitar… Cuando el mediano me mira como si acabase de inventar la rueda o el mayor se hace el mayorcísimo “porque no está papá y así te ayudo yo” me desarman y dejan de molestarme costuras y etiquetas.
En la última de sus hazañas me ha costado controlarme, no lo voy a negar.
Cuando mi hijo mayor se me tiró eufórico en plancha a las 6:00 de la mañana porque “¡mamiiiiiiiiiiiii! ¡Tengo una sorpresa!”, no me imaginaba la que habían montado.
Que querían estar guapos para el Elternkaffee de la guardería, me dice. Y yo, que todavía tenía la legaña pegada no entendía a qué se refería, si todavía estaban en pijama.
“Como siempre dices que tenemos unos pelos pero no nos llevas a la peluquería, nos hemos cortado el pelo.”
Creo recordar que en ese momento rugí y salté de la cama a buscar al otro implicado: al fin y al cabo el mayor estaba ahí vivito y coleando, pero del mediano no tenía noticias, y allí me lo encuentro, sentado en el baño, mordiendo una crema y sin flequillo. Y con una minicresta en la coronilla. Y el váter lleno de pelos. Y el baño recogido (esto fue lo que me ablandó, manipuladores). Y me mira, se ríe y me dice “ba-po” mientras se toca la minicresta. Y yo pienso que no ha sido para tanto, que casi no se ve. Con un poco de colonia ni se nota. Y me doy la vuelta, porque el mayor llega detrás y todavía no me he fijado en su corte. Y eso no se arregla ni con colonia, pienso. Ni en la peluquería. Eso hay que raparlo al 1 como poco, o afeitarlo. Mi madre le mata. Qué digo, me mata a mí. Las calvas (muchas y muy obvias) están por encima del flequillo, que sigue intacto. Parece un bakala. Puedo intentar peinarle el flequillo con gomina para atrás. Necesito un café.
Por suerte (aunque no siempre), mi hijo no se calla ni debajo del agua y a cualquiera que le mire más de 2 segundos, le ha contado la historia de cómo le cortó el pelo a su hermano pequeño y después se lo cortó él, para darle una sorpresa a mamá que estaba durmiendo (la mona, pensarían algunos seguro).
Pero ahora que han pasado unos días, parece que mi hijo se ha cansado de dar explicaciones sobre moda. Lo que no se le han pasado son las calvas. Así que, por mucho que sean el recuerdo de una imagen enternecedora que me perdí, después de que esta mañana en el súper una señora apartara a su hijo del mío “que tiene tiña”, he decidido que mañana le rapa un profesional. Sin falta.

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