Revista África

SOS Somalia: La hambruna de la vergüenza

Por Africaenportada

La primera vez que aprendí algo de Somalia fue hace ya bastantes años, cuando descubrí la vida de Waris Dirie, una mujer con una existencia dramática y apasionante, o quizá dramáticamente apasionante: vivía con su familia en medio del desierto somalí, sufrió la ablación cuando tenía cuatro años, huyó con poco más de diez cuando su padre quería casarla con un anciano… Y a partir de ahí, un periplo difícil de creer hasta que, ya en Europa, un cazatalentos la descubrió como modelo, triunfó y comenzó a contar su historia. Como en esta película: Flor del desierto.

SOS Somalia: la hambruna de la vergüenza

Waris Dirie publicó varios libros; los dos primeros, Flor del desierto y Amanecer en el desierto, contando su infancia y su regreso, años más tarde, a Somalia. Hablaba de un país desértico, paupérrimo, de familias nómadas que vivían en comunidades, que se trasladaban por un desierto inmenso donde no había agua que beber y apenas animales que cazar. No hablaba de fuerzas de seguridad, de administración, de escuelas, de la sanidad, de una cierta organización en el sentido más básico del término…

“Somalia es lo más cercano al estado de naturaleza: no hay estado.”

Esta frase la pronunciaba hace un par de meses José Manuel Albares, diplomático y director general de África Subsahariana en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en el Diploma de Prevención de conflictos de la Universidad Complutense. Albares describió un país donde, hasta hacía año y medio, el gobierno estaba en Kenia y que ahora apenas controlaba el 70% de la capital, Mogadiscio.

En la historia encadenada de penalidades en Somalia, Albares marcó un punto, un acontecimiento que empezó en 1992. Por entonces, la situación en el país era, como ahora, de urgencia. La hambruna y la sequía asolaban el territorio somalí y en las casas de Occidente se colaban las imágenes del hambre a la hora del almuerzo, la de niños a los que se se les podía contar sobre la piel cada hueso de su cuerpo.

SOS Somalia: la hambruna de la vergüenza

Ese año, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una intervención militar para, en principio, repartir ayuda humanitaria.El peso caía en Estados Unidos. Como otras veces, la ambigüedad del mandato, más aún en aquella época, hizo que desde el principio se pusiera sobre la mesa la posibilidad de tener que usar la violencia en un territorio sumido en el desgobierno. Pero incluso entonces ya era tarde.

“La intervención militar en Somalia fue un fracaso y el estado se debilitó. La comunidad internacional no intervino durante años y la situación hoy se ha ido de las manos. La lección: es mejor intervenir a tiempo, preventivamente.”

Albares también dijo que la presencia internacional se reducía ahora a cascos azules que luchaban contra un grupo terrorista islamista, el mismo grupo que está impidiendo la entrada de ayuda humanitaria para millones de personas que se mueren de hambre.

El de Somalia no es un problema económico, o al menos no sólo económico, ni de escasez de alimentos, ni de sequía, ni siquiera de pobreza extrema. Es un problema político, con un estado que no existe, con unos terroristas que están haciendo lo que mejor saben hacer, crear y mantener el terror, y una comunidad internacional que de nuevo no asume su parte de responsabilidad, que quiere mojarse, dice, pero mojarse solo supone decir que se van a donar unos cuantos millones de euros. Sólo eso, decirlo, y después, a otra cosa. Incluso a pagarles rescates a los piratas, a esos que están sembrando el terror y que “no dejan entrar nada de Occidente”, a no ser que sea en metálico y vaya directamente a sus bolsillos.

Lo único positivo, si es que se puede sacar algo bueno de una hambruna y una sequía que amenazan a 12 millones de personas, es que ahora no sólo vemos las imágenes en televisión, las buscamos por Internet, las compartimos, las difundimos y tratamos de llamar con los nudillos alguna conciencia dormida, empezando por la nuestra. Hemos llegado a ver, incluso, portadas como ésta:

SOS Somalia: la hambruna de la vergüenza

Portada del periódico ABC del 22 de julio


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