Últimamente mi profe molón de zumba nos pone esta canción de Beatriz Luengo y Mala Rodríguez. A parte de embobarme con lo que no toca yéndose mi escasa capacidad de concentración a bailar a la luna, el otro día me la escuchaba y pensaba... ¿A eso tú le llamas ser caprichosa? ¡Aprendiz de pacotilla!
Aunque ella se refiere más a una cuestión de hombres, que yo en eso ya bastante mal voy como para encima ir de caprichosita por la vida, pero sí niña mimada por excelencia, soy antojera que no veas. Mi madre tiene ya más que gastada la frasecita de culo veo, culo quiero. Aunque ella me lo dice en catalán, l'ase de Mora que de tot s'enamora. Vamos, que viene a decirme que soy un asno sin criterio. Aix... ¡Amor de madre!Pero no le falta algo de razón. Mi amiga Me, un pelín casi tanto o más que yo en cuestiones de caprichos momentáneos, le dió por el patinaje. Cero coma tardé en empezar a mirarme patines. ¡Los necesitaba! Yo quería ser una chica Martini, grácil, elegante, de sonrisa cautivadora. Esta vez, gracias a Dios me dejaron unos patines para probar y, en lugar de todo eso, parecía un robot desengrasado agarrado a la barandilla de la pista de patinaje, muerta de miedo porque, ah, vaya, los patines llevan ruedas y ruedan muuuuuucho. La humillación final vino cuando una niña de no más de cinco añitos nos hizo una exhibición de como patinar sin hacer el canelo. Cogí mi sonrisa cautivadora, que esa sí ya la traía de casa, me la guardé en el bolsillo para otra ocasión y muy deportivamente me fui de allí con mi amiga Me a tomarnos unas cervecitas y olvidarnos del tema.Pero yo soy así, me saco necesidades de debajo de las piedras. Ahora un coche que me apetece muy mucho y que apenas me acuerdo de como se conduce. ¡Peligro! De momento, tranquilos que no he salido de las tres o cuatro calles de donde lo dejé aparcado el día que me lo dieron. Quina peneta!Y es que yo ya lo digo siempre, que el aburrimiento es muy malo y a la que la cabeza no tiene nada mejor que hacer lo normal es empezar a barruntar como entretenerse aun a riesgo de partirse uno la crisma o meterte en un lío totalmente innecesario con hombres que, como dice Bea, cada vez que te mira se te antoja.