Soy huérfano de amaneceres,
porque el atardecer decidió parirme sobre el horizonte de tus astros
soy huérfano de los mares que a otros has regalado,
recién reencarnado, no sé nada de la vida que nos han dado
soy un mar de seres, porque siempre empiezo por ser
soy huérfano de mí, por ser dueño de los mismos ríos que me vieron nacer
Quiero ser un ave para viajar sin pasaporte,
y con cantos, aterrizar mis cansadas alas en tu regazo
quiero ser un ave para viajar sin equipaje
y posarme sobre la mirada de todos con los brillos de la mañana
y acariciarme al borde de la quebrada en la nostalgia de la tarde
quiero ser un ave para respirar todas las partidas y estadías
y sobretodo, para al final de las memorias
morir formidablemente en el árbol más veterano
Somos expertos justificando nuestras manías sentados al borde de la cama
levitando nuestro cuerpo sin instrucciones
desobedientes a nuestros propios instintos
paralizados por el latido incesante de la duda
Por: Sonia Sossa De Vargas
Defensa de la metáfora
El revés de la muerte (no la vida)
el que clama por agua (no el sediento)
el sustento vital (no el alimento)
la huella del puñal (nunca la herida)
Muchacha antidesnuda (no vestida)
el pórtico del beso (no el aliento)
el que llega después (jamás el lento)
la vuelta del adiós (no la partida)
La ausencia del recuerdo (no el olvido)
lo que puede ocurrir (jamás la suerte)
la sombra del silencio (nunca el ruido)
Donde acaba el más débil (no el más fuerte)
el que sueña que sueña (no el dormido)
el revés de la vida (no la muerte)
Por: Luis Rogelio Nogueras