Revista Medio Ambiente

Soy un fracaso que no sirve para nada

Por Valedeoro @valedeoro

leon disgustado

Hay días que parece que todo está al revés. Me levanto más tarde de lo normal, y aprovecho la excusa para no ir a correr. Mal consigo preparar las comidas del día a tiempo. Cuando me siento en el ordenador me quedo atrapada respondiendo emails y haciendo tareas que en realidad no tienen mucho a ver. De tanta frustración me decido por hacer una siesta con el resultado que duermo toda la tarde y solo me queda tiempo para pasar por el súper. Me siento fatal: he desperdiciado todo un día, seguro que ya no llegaré a hacer todos los proyectos y entonces llega mi pareja y me pregunta: ¿Qué tal tu día? ¿Qué has hecho hoy?

Sorpresa: yo también soy humana

En estos momentos no hay truco de productividad que valga: estoy de mala leche, y encima me siento mal por estar de mala leche, lo que me enfada todavía más. Solo quiero dormir con la esperanza de que al despertar el mundo se haya arreglado solito. (Nota personal: lo he probado. No funciona.) La noche siguiente solía dormir mal por tanto enfado, levantándome más tarde todavía… y de repente llevaba dos semanas sin correr y mi ordenador hecho un desastre.

Hasta que aprendí a perdonarme a mi misma. La única persona en el mundo que realmente me puede estresar soy yo. Así que decido tratarme bien. Me puedo dar permiso de no rendir durante un día. Me puedo permitir de tomar un día de vacaciones de mi vida normal. Y entonces, sin sentirme mal, me paso un día entero con otras cosas. Y mañana volveré a lo normal. Al permitirme un día de malestar (o descanso) me doy tiempo de recargar las energías para seguir mañana, en vez de hundirme durante días.

Para que todo pueda salir bien, de vez en cuando tiene que ir mal

Si todo siempre seguiría el plan perfecto, la vida sería bastante aburrido. Siempre habrá interrupciones, imprevistos y una llamada de tu madre en el momento más inoportuno. Significa que estás vivo, que puedes actuar, que es tú decisión como vivir estos momentos. Puedes sucumbir a la presión que paraliza por el miedo de no llegar, o puedes aceptar que hoy no es tu mejor día. De ambas formas harás lo que puedes o lo dejas para el próximo día, pero sin sentirte fatal e inútil.

Al final de cuentas, todo saldrá bien. Encontrarás una solución. Habrá una alternativa. Y dentro de un año te reirás de esta situación (o, lo que es más probable, ni siquiera la recordarás).

¿Qué haces tú cuándo de repente se te huye la motivación y las ganas?


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