Mira que no me gusta la palabrita, pues nada, dale con el rollo. La carpeta que la contiene miente más que habla, porque en ocasiones me encuentro alojado en ella los mensajes de buenos amigos, de personas cercanas, o aquel en que el seguro me notificaba algo. ¡Te lo envié! Mira en el spam, me dicen en ocasiones.
Es inmoral, coño (calma, que me subo). Tener que recurrir a mirar en el lugar más indeseable, donde se supone que van todos los detritus y mierda de Internet para ver si tengo ahí las fotos familiares que me enviaron, o la carta más deseada. Ya sé que en esta vida, y hasta que no se demuestre lo contrario, no hay nada perfecto; pero joder, que damos como natural lo que no es (más calma, yoga, zen). La Declaración de la Renta, tan pura y pulcra ella, ¿qué hace junto a un troyano que como pueda te roba los datos y te chantajea por ellos?
La carpeta de Spam lleva camino de ser el trastero a donde va todo, lo bueno y lo malo; y que luego dios lo eche a suertes, con un par, que para eso es dios. En total, que después de la carpeta de entradas (que es molona) la que más visito es la susodicha. Lo hago en modo automático con los ojos cargados de sangre y con vista aguileña a ver si descubro mierda, que ya es. En ocasiones me digo: ¡qué coño es esto! Y me lanzo a degüello dando a "eliminar" como si fuera un hacha medieval cortando el cuello de Ana Bolena. En otras flipo porque me encuentro las fotos más tiernas e inocentes y salto como un héroe a su rescate. En fin, que me trae a mal llevar.