Se acerca el desembarco de los mellizos. Ovugirl sale de cuentas el próximo 21 de octubre. Es el destino. Tengo un especial interés en que mis hijos vengan aquí, al planeta Tierra, ese día. ¿Por qué?
Pues porque es el día en que Marty McFly viaja al futuro.
Es el día en que el futuro se convierte en presente y después, en menos de un abrir y cerrar de ojos, en pasado. Quizás aún esté a tiempo de llamar a mis hijos Marty y Doc. Pero no nos desviemos del tema que el 21 de octubre de 2015 nazca quien nazca se merece un post aparte. Hoy nos hemos dado cita aquí, en este pequeño rincón de Internet para hablar y debatir sobre el instinto maternal, el instinto paternal y sus diferencias.
Instinto Paternal
- Hace que intentes dejar de fumar con más fuerza que antes. En este último intento, el enésimo del año, llevo 14 días.
- Hace que desayunes fruta.
- Hace que llores escuchando Simply Red
- Hace que celebres que te aprueben la financiación de un coche. Estás jodido durante unos años, pero te mola.
- Hace que ordenes los cómics por el orden que se los vas a prestar, repito: prestar, a tus vástagos.
Y así, grosso modo, esto es.
Instinto Maternal
Esto es otro rollo. Es como más intenso. Os pongo un ejemplo. Hoy nos hemos levantado temprano (un domingo, manda huevos) y salimos a dar un paseo. Ovugirl ya está muy incómoda y tiene las manos hinchadas. Sus dedos son como criollos. Lo digo desde el amor y el respeto. Me encantan los criollos. Así que el entre la incomodidad y la hinchazón los paseos son más cortos de lo habitual. Cruzamos la calle por el paso de peatones y un coche se lo salta a la torera, tanto es así, que tenemos que dar un par de pasos hacia atrás para que no nos atropelle. Y aquí es donde el Instinto Maternal hace de las suyas. Yo le increpó al tío en plan “¿De qué vas?” Me cabreo unos segundos y sigo mi camino, pero Ovugirl no. Ovugirl es como un perro de caza, rabioso y hambriento, a quien su presa se le ha escapado por segundos. Ella, es muy elegante y tranquila, pero ojo… lleva una Queen Latifah dentro. Cuando sus pequeños polluelos están en peligro le sale “el barrio” y mejor no estar delante. Ovugirl increpa al huidizo conductor con educación austríaca:
—¡Gilipollas!
Yo la miro con detenimiento, atemorizado. El coche se aleja, pero nos replica con un toque chulesco de bocina que viene a decir ” A callar”. Así, cobarde y en la distancia. Además de mal conductor es tonto del culo. Ovugirl reacciona en una milésima de segundo y su brazo salta como un resorte al cielo, una peineta corona la acción. Ahí está su dedo corazón: enhiesto, firme y contestatario. En esa pequeña fracción de segundo tengo claro que su falange va salir disparada cual misil (bip)— en plan Mazinger Z— que se va a colar por el tubo de escape del coche a una endiablada velocidad (bipbipbip) y que tras una brutal embestida va acabar metida en el fondo del oscuro culo del conductor para segundos después (bipbipbipbip) estallar. El hombre al volante explota en mil pedazos, luego su mujer y a continuación el coche.
Es que una mujer embarazada es como Kaiser Söze.
Pero el dedo de Ovugirl— el criollo asesino—no despega, no. Se queda ahí unos segundos. En el ojo derecho le brilla el instinto maternal y en el izquierdo, el asesino y me doy cuenta que hay un fino tabique que separa los dos. Por mis hijos mato.
Y entonces recupera su estado normal, se tranquiliza y me suelta una frase que nunca pensé escucharía de sus labios:
“Menos mal que no soy The Flash porque me ponía a correr y le daba la vuelta al coche”
No se puede ser más feliz.
Yo soy más práctico. Yo mientras veía a Ovugirl transformada en Hulk me hacía también el chulito para no quedar mal. Ella decía “Gilipollas” y yo apostillaba sin mucha seguridad: “¡Eso, eso!” Y levantaba la barbilla y la mano en plan “Mira que te meto mentalmente”. Tranquila cariño que aquí estoy yo, tu hombre, para defenderte.
¡Salud hermanos!