Las cualidades de su brillante antecesora son llevados al extremo en esta secuela que goza de un ritmo aún más feroz si cabe, de una estilo visual mucho más centelleante y de una historia sólida cuyos hilos narrativos se van entrelazando con atino, excepto por un "pequeño" e importantísimo detalle, que no lleva a ninguna parte. Estamos ante un largometraje de animación de casi dos horas y media que simplemente es la mitad de una película que quieren contarnos en dos partes dejando todas las tramas, e incluso varias escenas, a medias. Una cosa es que acabe la película y te dejen uno o varios "cliffhangers" para una ya anunciada secuela, pero dejarla inacabada es una dinámica que se está poniendo muy de moda estos días con meros fines recaudatorios. Lo cierto es que en general es vistosa y divertidísima, siendo merecedora de un notable en lugar del suficiente que le hemos puesto si no fuera porque han decidido primar el bolsillo al arte, nada nuevo bajo el sol.