Steven Spielberg desarrolló su pasión por el cine desde la infancia. La primera película que vio en la gran pantalla fue El Mayor Espectáculo del Mundo (The Greatest Show on Earth, 1952) y el film de Cecil B. De Mille encandiló a un niño de cinco años que había acudido a un cine de Cincinatti, acompañado por su padre, para pasar la tarde. Nada volvió a ser igual para él a partir de ese momento.
A los doce años se apropió de la cámara Kodak 8mm de su padre y empezó a filmar compulsivamente atreviéndose a crear pequeñas películas. Pero el adolescente Steven era el hijo de una familia en constante movimiento. Su padre era un veterano de la Segunda Guerra Mundial que trabajaba como ingeniero electrónico y sus servicios eran reclamados por empresas de todo el país. Le tocó ser el eterno "nuevo de la clase" y abandonar a los amigos cuando los lazos empezaban a estrecharse. Todo ello se vio incrementado con el divorcio de sus padres y el antisemitismo que pudo percibir en más de uno de los lugares en que vivió. Todo ello favoreció que la pasión por el cine creciera con más fuerza en su interior porque solo grabando e imaginando historias, más allá de su propia realidad, podía sentirse feliz. Con una cámara tenía el control total y podía sentirse importante. La soledad no era entonces un problema porque la actividad de filmar y montar le llenaba mucho más que cualquier otra cosa. A falta de amigos, eran sus hermanas las que en muchas ocasiones se convertían en las improvisadas actrices de sus proyectos.
"Estaba fascinado con el control que me ofrecían las películas a la hora de crear secuencias de eventos (un accidente creado con dos trenes de juguete que podía repetir y después ver una y otra vez). Creo que fue el hecho de darme cuenta de que podía cambiar la forma en que percibía la vida a través de otro medio. Y de paso ver si lo que yo hacía tenía algún efecto en alguien más aparte de mí."
"Creo que todos los niños viven el cine. Cuando los padres les compran un regalo de cumpleaños, como pequeños personajes o soldaditos, y el niño se tumba boca abajo sobre la alfombra , sujeta la figurita y la levanta a la altura de sus ojos, de forma muy realista, y apunta al soldado y estira el otro soldado a la altura y longitud del brazo y empieza bang, bang, bang!!!: ese es el principio de la cinematografía. Todos empezamos como cineastas. Supongo que yo nunca dejé de jugar así."
Afincados con su madre en Los Angeles, el joven Steven tenía la industria del cine a tiro y no iba a dejar pasar esa oportunidad. Durante un verano en que pasaba las vacaciones junto a unos familiares en Canoga Park, Spielberg fue a visitar los estudios Universal. Tenía dieciocho años y estaba a punto de cumplir el sueño de palpar cine de verdad. Durante el descanso de mediodía del tour guiado por el estudio, se escondió en uno de los decorados. Media hora después de que el autobús se hubiera marchado, empezó a pasear por el backlot a sus anchas.
"Estuve en el plató de los estudios Universal. No tenía ni idea de cómo iba a regresar a casa pero me pasé toda la tarde entrando y saliendo de las diferentes salas de montaje. Hice mi propio recorrido y me lo pasé en grande."Cuando empezaba a anochecer y había que irse, Steven no tenía ni idea de como volver a Canoga Park. Tuvo la suerte de coincidir con el director de la biblioteca del estudio, Chuck Silvers, y éste tras conocer su historia le indicó cómo volver además de expedirle un pase de tres días. Pasados los tres días, Spielberg no quería dejar de venir y siguió entrando al aprovechar el hecho que cada día entraban proveedores a las instalaciones y el trasiego era constante. Así fue como se le vio en los estudios Universal durante todo el verano. La gente asumió que ese chico trabajaba para el estudio aunque nunca nadie preguntó en qué. Durante ese verano y el siguiente, Spielberg aprendió el funcionamiento de los departamentos básicos de la major. Se familiarizó con la jerga y aprendió como funcionaba el negocio del cine desde la base. El afecto que le unió a Universal se ha mantenido a lo largo de toda su carrera porque aunque ha trabajado para todas las majors, el estudio fundado por Carl Laemmle ocupa un lugar especial en su corazón. Prueba de ello es que las oficinas de Amblin Entertainment y DreamWorks siempre han estando allí. En esa época también visitó las localizaciones de algunas de las películas del estudio. Está documentada su presencia en el set de rodaje de El Señor de la Guerra (The War Lord, 1965), una magnífica película situada en la Alta Edad Media que estaba dirigida por Franklin J. Schaffner y protagonizada por Charlton Heston.
Sin embargo, esa fascinación por el oficio del cine no encontraba correspondencia en las aulas. No pudo entrar en las facultades de cine de la USC y la UCLA y el Long Beach's California State College no le aportaba las titulaciones que le interesaban. A pesar de ello, consiguió financiación para hacer una media docena de cortos durante su tiempo libre. Rodó Encounters, sobre un asesino a sueldo que no tiene pistola y que debe arreglárselas en su oficio con una navaja. Slipstream, donde tuvo a Tony Bill como protagonista, era la crónica de una persecución en bicicleta. Pero se quedó sin dinero antes de finalizarla. En Universal le seguían queriendo como "chico para todo" pero necesitaba estudiar para mantener la prórroga que impedía su reclutamiento militar. En sus palabras decidió hacer "una inversión en su vida".
Organizó su horario en la facultad para que todas las clases fueran lunes y martes. De esta manera, podría presentarse a su inexistente trabajo en Universal el resto de los días. La idea seguía siendo la de hacer un cortometraje que pudiera llamar la atención de algún ejecutivo del estudio y eso, hasta el momento, no era posible porque sus trabajos eran demasiado extraños y rocambolescos. Debía hacer algo que tuviera un espectro más amplio. Se puso a escribir compulsivamente y desarrolló una sinopsis de cinco páginas cuyo título era Amblin. Explicaba la historia del romance entre dos jóvenes en el desierto de Mojave. Le mostró la idea a Dennis Hoffman, propietario de la empresa de efectos especiales Cineflex. Hoffman quería convertirse en productor y decidió apostar por Amblin poniendo diez mil dólares, un dinero más que suficiente para la realización de un cortometraje de 26 minutos que no incluía diálogos. Según Spielberg, el resultado final parecía más bien un anuncio de refrescos pero el cuidado con el que estuvo realizado traslucía un cuerpo de calidad. Hoffman envió la película a varios festivales cosechando algunos premios. Y después la vendió a Paramount que la programó como antesala en los cines donde se proyectaba Love Story (1970).
Spielberg empezó a trabajar como guía del estudio mientras seguía trabando amistad con ejecutivos como el jefe de producción del momento, Jennings Lang. Pero la mejor oportunidad le llegó cuando Chuck Silvers, su primer mentor, le enseñó Amblin a Sid Sheinberg que, en aquel momento, era el máximo responsable de la división televisiva de Universal. Al día siguiente, Steven fue citado al despacho de Sheinberg y éste le ofreció un contrato por siete años. Fue algo rápido y directo y le dijo lo siguiente: "si vienes a trabajar a Universal, te puedo garantizar una cosa: te apoyaré en el éxito pero también en el fracaso." El ejecutivo quiso asegurarse los servicios de Spielberg al ver el talento acreditado en Amblin y estaba convencido de que ya habría recibido ofertas de otros estudios, algo que no había sucedido. Pero esa frase nunca la ha olvidado Spielberg puesto que significó el inicio de una carrera imparable.
Su primer encargo fue rodar el episodio piloto de Night Gallery, una serie de género fantástico creada por Rod Serling (The Twilight Zone). La gran Joan Crawford era la protagonista del episodio interpretando el papel de una mujer ciega que compra los ojos de un pobre para poder ver Nueva York antes de que caiga completamente la noche. Pero en lugar de ver eso, contempla un gran apagón en la ciudad y el caos consiguiente. Imaginaos a un director debutante e inexperto, en un proyecto muy ambicioso que contaba con un equipo de más setenta personas que incluían a técnicos y creativos de gran trayectoria. Cuando estos veteranos vieron llegar al director, la reacción entre ellos fue de consternación.
"Cuando me presenté con mi acné, mi pelo largo y el visor pretenciosamente colgado del cuello, como si fuera una especie de talismán que me protegería de todo lo malo, me miraron una vez y dijeron: más vale que este chaval demuestre lo que vale enseguida o ya se está marchando."
"Recuerdo que el equipo de rodaje me recibió con gran hostilidad, casi como si yo supusiese una amenaza a su seguridad. La tropa del equipo me lanzaba puñales, trabajaba con la mayor lentitud que podía, no para que la despidiesen, sino para que me sacasen de la serie. Acabé mi primer trabajo profesional con cuatro días de retraso. Como era de esperar, el productor, William Sackheim, me gritaba y John Badham, productor asociado, me decía: ¿no puedes adelantar un poco?."
"Fue brutal, un verdadero bautismo de fuego. La semana entera fue un infierno."
El programa se estrenó en la NBC y tuvo suficiente audiencia para permitir la realización de la serie. A pesar de ello, Spielberg seguía siendo conocido en el estudio como "el capricho de Sheinberg". Eso provocó que, durante un año, solo le llegara la opción de dirigir un capítulo en la serie Marcus Welby. Ante esta situación de cierto ostracismo, Steven le pidio a Sheinberg una excedencia que aprovechó para empezar a trabajar en nuevos guiones. Una de esas ideas fue la base de Loca Evasión (The Sugarland Express) que acabaría siendo su primera película para el cine. Cuando pasó su argumento a los guionistas Hal Barwood y Matthew Robbins, éstos le presentaron a un grupo de profesionales del cine muy jóvenes que trataban de renovar el lenguaje cinematográfico desde la base. Eran Brian De Palma, George Lucas, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, y John Milius, entre otros. El intercambio creativo entre ellos era constante y Spielberg fue inmediatamente incorporado a sus tertulias configurando la que se ha considerado como una de las mejores generaciones de la historia del cine.
A finales de 1970, Steven regresó a Universal para dirigir varios episodios en proyectos televisivos. De todos esos encargos, uno fue el más destacado. Se trataba de realizar el primer capítulo de Colombo (Columbo), la serie que se acabaría convirtiendo en un clásico de la pequeña pantalla que aupó al éxito a su protagonista, Peter Falk. El capitulo, titulado Murder by the Book, había sido escrito por Steven Bochco y sentó las bases de un show que se mantuvo en antena durante varias décadas.
Spielberg, con 24 años, mantenía su ilusión de llegar a la dirección cinematográfica. El escepticismo inicial en el estudio se estaba transformando en un progresivo reconocimiento a su labor. Los ejecutivos sabían que tenían a un diamante en bruto en Universal Pictures y no dudaban en su aprovechamiento aunque nadie podía preveer la enorme repercusión que obtendría en sus proyectos de futuro. Continuará...