Revista Cultura y Ocio
Me asombra todavía el rigor con que la vida despacha sus asuntos en mis
carnes. Cómo, en ocasiones, me atropella, cómo desvalija mi alma, cómo
derrota, y sin estrépito, las nobles intenciones, los altos muros de mi
felicidad bien acuertalada. No sé bien a qué esta tiranía. No entro en
comprender en qué marro, dónde pierdo el tino, cuándo la esperanza. He
aprendido, no obstante, a manejarme en esta materia fatigosa que es
vivir. Zurzo los rotos como puedo. Me esmero en la caligrafía. Asumo la
porción de sombra que en este reparto infame se me dio en suerte. Libro
las batallas habituales y las acabo siempre olvidando. Coincido en los
vicios de muchos y gasto algunos muy privados que no entran en la razón
de otros. No escarmiento, en suma, y me da por perderme, a mis años, en
el envés de las palabras, en escribir – o tal vez escriturar – mi
sencilla plegaria, mi voz impura.