Revista Cine
Enésima aunque original lectura del mito de Frankenstein
Nueva y bastante interesante muestra de cine de género del autor de Cube (1997), un cineasta que demostró sobrada personalidad además de talento al no venderse al sistema tras su ya mencionada, singular y original Cube, como podría haber hecho y de hecho hacen muchos directores tras realizar una gran y personal ópera prima, habiendo operado desde entonces dentro de los parámetros de su especialidad.
Ofrece aquí un relato también original (por el bicho) y algo más comercial (apadrinado por Joel Silver- productor de la saga Arma letal, Jungla de cristal, Depredador, Matrix, etc. - y Guillermo del Toro- responsable final de Blade II y la saga Hellboy, entre otras. Además, viene protagonizado por Adrien Brody y la menos conocida y normalmente (hasta hace unos años) indie Sarah Polley- Amanecer de los muertos) de horror sci-fi, encuadrado dentro de la tradición cinematográfica de los mad doctors, los cuales crean una especie de persona-animal (de ahí su título, el cual se podría traducir al castellano como “cruce”), a partir del ADN de ambos seres, con los consecuentes grandilocuentes deseos de grandeza y las tan manidas dramáticas consecuencias (¿existe una frase más repetida en el resumen de la trama de una película que esa última “ con dramáticas consecuencias”?)
El dilema ético y moral que planeta en la pareja protagonista tras su creación es una de las mejores bazas de la película, ya que la criatura adopta sentimientos humanos como la envidia, el miedo o la ira. También, estos 3 personajes centrales pasarán de ser agredidos a ser los agresores, y viceversa, provocando en el espectador un cierto sentimiento de empatía en el espectador. Así, resulta una relectura, aunque clásica como no podía ser de otra manera, del muy conocido y todavía quizás más veces adaptado mito de Frankenstein, iniciado por James Whale en los años 30 y finiquitado (de momento) en un gran trabajo del shakesperiano Kenneth Branagh en los 90 con Robert de Niro y el propio Branagh como protagonistas. Atendiendo a su estilo, Splice resulta post-moderna, biotecnológica, no recomendada para estómagos sensibles y en ciertos aspectos influenciada por el clásico La mosca (The fly, David Cronenber, 1986). Así, Splice por momentos parece dirigida por el mismo Cronenberg, cineasta canadiense como Natali, además. canadiense cineasta.También, por otra parte, roza con la yema de los dedos algunos puntos de Alien (Ridley Scott, 1979) y Cabeza borradora (Eraserhead, David Lynch, 1977).
Destaca también en el hecho de que sea algo “más o menos” (ya conocemos su molde) original, ya que el escenario actual de cine de terror está preocupantemente saturado de remakes (apreciables algunos) y las todavía más desquiciantes secuelas de films de dudoso interés. Así, este nuevo e independiente fresco de serie B ciertamente disfrutable, gracias en buena parte también, a la calidad de sus efectos especiales y a la morbosa lectura del sexo y la maternidad que se hace del mismo.
De ambiente claustrofóbico, la hermética del laboratorio, la escasez de personajes y su fotografía post-moderna juegan a su favor, su desenlace resalta por lo morboso de su planteamiento, aunque resulta en cierto modo predecible y hasta, según lo familiarizado que esté uno/a con este tipo de cine, hasta convencional.
Con todo, resulta un depuradísimo a la vez que clásico (en su estructura, ya se ha apuntado) ejercicio de terrorífica ciencia-ficción filmado con sobrada solvencia y elegancia por el canadiense Natali, del cual espero impaciente su próximo proyecto.