A veces nos preguntamos: “pero ¿cómo ha salido este niño así’?, ¿por qué es tan agresivo, desordenado, egoísta, contestón? ¡Si no he hecho más que darle cariño…!”.
Y es verdad que en casa les damos afecto, que les queremos. Pero nos olvidamos de que los niños nos vean actuar en muchos otros ámbitos, y esa actuación les marca. Unas veces, ven nuestros actos y los juzgan. Si los padres riñen, se produce una gran tragedia en su alma: “Papá es malo porque chilla a mamá”, y entonces sobreviene el trauma, la desilusión, la tristeza infinita de un niño que no estaba preparado para ese trance.
Otras veces ven nuestros actos y tienden a imitarlos. Y no siempre son positivos, como los que aparecen en esta historia. “Pero, ¿cómo ha salido este niño así? ¿Dónde ha aprendido todas esas cosas?”. Pues, desgraciadamente, a nuestro lado.
Ciertamente, la mayoría de nuestros actos son para ellos positivos y enriquecedores. Pero es bueno recordar que ellos nos ven siempre… y que serán, en buena parte, lo que les enseñemos con nuestra conducta. Para ellos, seremos siempre “el modelo”, el espejo en el que se miran para aprender a conducirse en sus vidas.