Revista Cine
Esta campaña fue mundialmente famosa. Recibió decenas de premios, y todo el mundo la imitó y la hizo suya. Presenta muchos valores. Hoy solo quiero comentar dos ideas, dos pinceladas:
1) Las cosas que podemos tener o disfrutar, nunca nos aíslan de los demás, porque nos proporcionan algo de felicidad en la medida que las podemos compartir. Y es que, en verdad, todas las cosas humanas “son para todos”. Para los altos, para los bajos… Para los discapacitados y para los que ganan Wimbledon. Para los que no han nacido y para los que tienen vida vegetativa. Para todos. Porque todos somos hombres, con un destino eterno. Nuestra vida –cada vida- es sagrada.
2) Aunque seamos muy distintos, todos los hombres somos iguales en lo esencial: tenemos la misma dignidad, la misma grandeza. Somos alguien por quien otro hombre sería capaz de dar la vida. Cada vida es distinta y valiosa, cada vida es irrepetible… aunque todos tenemos el derecho de ser distintos en nuestro modo de ser. Lo importante es que todos estamos hechos de la misma pasta: alma y cuerpo, a pesar de las diferencias de talento, simpatía o movilidad. Por eso cada vida humana es sagrada. Por eso las cosas buenas de la vida son para cada uno. Para todos.