Cual Halcón Milenario, este fin de semana ha aterrizado en nuestras carteleras Star Wars: El despertar de la fuerza, la primera de las tres esperadas secuelas, compuestas por los episodios VII, VIII y IX.
La película ha ocupado internet, incluso, por encima del populismo de las elecciones generales. La Red se ha visto plagada de distintas opiniones, pero casi siempre con la balanza bastante inclinada hacia el lado positivo de la fuerza.
Después de todo un fin de semana en cartelera, y con el suficiente tiempo para verla o leer opiniones antes de hacerlo. Quizás, sea inútil e innecesario dar a conocer la mía.
Pero, cuidando al máximo de no soltar ni un solo spoiler -no todos lo hacen o avisan de ello- me ‘lanzo’ de cabeza al editor de texto en un breve repaso antes de la respectiva crítica de El despertar de la fuerza, bien merecido título, que al mismo tiempo sirve de ‘analogía’.
En mi infancia, vi la trilogía original -episodios IV, V y VI- muchas veces (siempre en televisión, era muy pequeño para ir al cine), las tres me gustaban bastante. Aunque, nunca me he considerado ‘warsie’.
Las precuelas, episodios I, II y III, que sí pude ver en cines, fueron rodadas sin equilibrio estético alguno, quebrantaron toda coherencia visual frente a sus predecesoras.
Esto se argumentó mediante una postguerra para solventar el desajuste, decepcionando aún más a la mayor parte de los fans de la saga.
No contentos con ello, el guión tampoco supo compensar esa ‘fractura’ estética. Aunque, no me agradaron ni un tercio de lo que lo hicieron las originales. Los tres nuevos episodios, creo que tienen algunas secuencias muy correctas.
Ahora bien, muchas otras son desastrosas. En cualquier caso, de la trilogía moderna, el episodio más notable sería el III. Pero que donde se pongan las tres antiguas, se quiten todas las modernas.
El creador de la serie Perdidos J.J Abrams y director de dos películas basadas en la serie galáctica Star Trek, recoge el testigo de los personajes creados por George Lucas. El cineasta retoma la saga después de el capítulo VI, y lo hace con la firmeza suficiente para contentar tanto a ‘warsies’ como a espectadores corrientes, cosa que el propio Lucas no fue capaz de conseguir en los tres nuevos episodios.
La historia nos sitúa treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte. Luke Skywalker ha desaparecido y una nueva República se ha constituido, pero la Primera Orden, resurgida de las cenizas del Imperio Galáctico sigue en guerra contra la Resistencia.
Su línea argumental es tan simple como describe la propia sinopsis. Sus acontecimientos son tan similares a los del capítulo IV y V, que suenan muy familiares en nuestra mente y nos transmite un deja-vu constante.
Pero no lo comento como algo negativo, más bien todo lo contrario. La película nos cuenta una historia muy similar, pero lo hace de manera coloquial con una trama tan sencilla a la par que bien desarrollada, que el resultado es casi tan emocionante y sorprendente como lo fuera antaño. Y eso que ahora ya no somos tan influenciables como cuando éramos niños
Como se puede ver, el guión escrito por el propio Abrams junto a Lawrence Kasdan, guionista de El imperio Contraataca y El retorno del Jedi, repite una fórmula conocida y algo repetitiva. Hasta el punto de que algunas voces acusan a Abrams de no arriesgar e innovar la línea argumental del capítulo en cuestión. Hasta cierto punto, tienen razón. Pero digo yo, si ello supone derivar en una película decepcionante, mejor no lo hagas.
Yo creo que Abrams ha sido listo, ha tomado una senda afianzada y muy establecida entre el público seguidor de los inicios de la franquicia estelar, y nos brinda una historia plagada de guiños y personajes míticos, tan emotiva para el incondicional de la saga, como para el espectador corriente.
Una historia que respeta las tres piezas angulares de la saga y con importantes puntos de unión, pero igualmente comprensible para las nuevas generaciones que todavía no hayan visto sus predecesoras. Y que, con suerte, después de ver El despertar de la fuerza, tomarán el debido interés en la trilogía original.
Una vuelta inmejorable, que se limita a contar lo que mejor resultado ha dado anteriormente, una batalla estelar entre malos y buenos (Imperio y Resistencia) sin más complicaciones que las del mítico culebrón familiar, por cierto, muy efectista y resolutivo en el contexto de la trama.
Sus personajes, salvo los clásicos, no son tan destacables y carismáticos como fueron los de las originales, especialmente el villano, Kylo Ren, que es muy superior a Darth Maul, pero inferior a Darth Vader. No quiero hablar mucho sobre los actores, para no desvelar identidades y personajes que aparecen.
Pero, el protagonismo parece que va a recaer sobre actores nuevos. La película aprovecha para introducir personajes nuevos, los clásicos se usan como introducciones a nuevas generaciones.
Los dos más importantes parecen ser, Rey, una chatarrera interpretada por Daisy Ridley. en una más que correcta interpretación que se marca la joven y guapa actriz inglesa. Esperemos no corra la misma desidia que el actor Hayden Christensen después de encarnar a Anakin Skywalker.
El otro actor que parece cobrar protagonismo en estas nuevas aventuras galácticas, es John Boyega (Attack The Block). Su personaje está algo sobreactuado en ciertos momentos y es secundario respecto a la trama, pero probablemente, cobre algo más de protagonismo en un futuro, quien sabe.
Los diseños se presentan con la sencillez característica de las originales. Los efectos visuales siguen la rutina actual de las últimas producciones, pero se combinan con escenarios reales y personajes recreados con actores, prótesis y maquillaje.
La película recurre a efectos digitales, eso es seguro. Nadie en su sano juicio se creería que han construido maquetas de escenarios tan grandes y bien detallados como algunos de los que se muestran aquí.
Pero, estéticamente hablando, han buscado el equilibrio perfecto entre ésta y los tres anteriores capítulos, algo que no se tuvo en cuenta entre ambas trilogías anteriores.
A pesar de recurrir a los efectos digitales, el pulso de las escenas de acción es firme y no resulta para nada mareante.
Que, además, gozan de la intensidad necesaria gracias al score compuesto por el compositor de toda la saga, John Williams. El cual, crea una partitura con melodías nuevas llenas de intensidad pero que guarda sitio para las clásicas y características melodías de las películas antiguas. Aunque, he echado en falta la marcha imperial, espero que suene en el próximo episodio.
A pesar de jugar con elementos conocidos, el guión salvaguarda con inteligencia alguna que otra sorpresa, como lo hiciera antaño El retorno del Jedi.
Además, se permite dejar preparada alguna para el siguiente episodio. Quizás, sea demasiado intuitiva de cara al veterano espectador y conocedor de las tretas que usa la saga.
Así pues, posiblemente, el providente ya no se verá tan sorprendido como lo haya podido hacer en la presente obra. Lo que si tengo claro, es que si esa sorpresa llega a cumplirse tal y como sospecho, quien no la haya visto venir ya en El despertar de la fuerza, ‘mojará’ la ropa interior en el próximo episodio.
En resumen, El despertar de la fuerza, cumple perfectamente para con todo tipo de público. Abrams ha sabido recuperar la dignidad perdida de la saga. Esperemos que la mantenga bien alta en los dos próximos episodios, que la fuerza le acompañe.