[5/10] Todo comenzó el día en que un David adolescente decidió ganarse un dinero haciendo donaciones de esperma a una clínica de fertilidad. Ahora tiene 42 años y está cargado de deudas, momento en el que su novia Valérie le comunica que está embarazada. De nuevo, sale a relucir la misma inmadurez e irresponsabilidad de hace veinte años… y David vuelve a sentirse incapaz de asumir compromisos y de ganarse la vida con su trabajo. Además, descubre de pronto que es padre biológico de más de quinientos jóvenes como fruto de aquellas donaciones… y que un centenar de ellos quieren conocer la identidad de quien firmaba con el seudónimo de “Starbuck”. El punto de partida de esta comedia del canadiense Ken Scott podría estar inspirado en la realidad (hubo un fuerte debate legal en Norteamérica), pero aquí se nos ofrece con todas las trazas del esperpento almibarado o del disparate inverosímil… con cuestiones éticas y legales de calado, pero también con un tratamiento ternurista y melodramático de la historia.
¿Quién es mi padre? se preguntan esos adolescentes que quieren conocer sus raíces, y su padre responde ¿y quién soy yo?. En realidad, tanto David como su extensa prole respiran cierta orfandad y todos necesitan una mayor profundidad en sus afectos. Es como si la maduración de unos y otros tuviera que llegar con el encuentro consigo mismos y con el padre/hijo, como si la paternidad trajera una dosis de felicidad en el sacrificio. Pero Scott no se hace grandes planteamientos existenciales y prefiere la comedia ligera y fresca, dinámica y fácil de ver. Por eso, parte de una original y agradecida historia para arrancar un puñado de risas/carcajadas desde el enredo y el equívoco… y termina entregándose al sentimentalismo más falso y artificioso del melodrama. La buena y expresiva interpretación de Patrick Huard consigue que el espectador sienta simpatía hacia este Peter Pan que se hace mayor, y le hizo merecedor del premio ex aequo al mejor actor en la última Seminci.
El guión mantiene buen ritmo narrativo, con algunos diálogos hilarantes y unos cuantos gags bastante conseguidos, pero las situaciones absurdas son repetitivas y pesan más que unos personajes dibujados de manera esquemática, mientras que la historia termina por resolverse de manera dulce y complaciente en un happy end típico de Hollywood. Al final, tenemos una aproximación surrealista y atrevida a cuestiones importantes como la responsabilidad paterna y el mercado de los bancos de esperma, la ausencia de sentido moral y la problemática jurídica de esos casos… temas tratados desde la parodia, sin trascendencia ni gravedad, con el único propósito de entretener y hacer reír. Lo que “Starbuck” nos deja son, en definitiva, algunos momentos con chispa y otros con demasiados abrazos… que convierten el diamante que es la historia en una pieza de bisutería, algo que da el pego pero que no termina de convencer.
Calificación: 5/10
&En las imágenes: Fotogramas de la película “Starbuck” – Copyright © 2011 Caramel Film. Distribuida en España por Vértigo Films. Todos los derechos reservados.
Publicado el 25 mayo, 2012 | Categoría: 5/10, Año 2012, Canadá, Comedia, Críticas
Etiquetas: adolescencia, Ken Scott, madurez, padres-hijos, Patrick Huard, Starbuck