Revista Cine

Stella Dallas, de Vidor, ascender de clase social no siempre es posible

Publicado el 28 septiembre 2012 por Carmelo @carmelogt

Película de 1937 de King Vidor, protagonizada por Barbara Stanwyck, se puede definir como un melodrama, en el que una mujer ve realizado su sueño de pertenecer a una clase social más alta, pero a través de su hija. Y esto es así porque ella misma carece del refinamiento y la clase que se suponen a dicha clase. 
Stella logra conquistar a un rico heredero, Steve, con la ilusión de "educarse", ir a fiestas e integrarse en una clase social más elevada. Pero Stella pronto ve que ella es más vulgar que esa clase a la que quiere pertenecer.
Stella y Steve tienen una hija, Laurel, en la que la madre pone todo el interés para que sea una mujer elegante y bien situada. El matrimonio se rompe por la incompatibilidad de caracteres, y Laurel visita a su padre en Nueva York, hasta que definitivamente el enlace termina en divorcio, y Laurel viviendo en casa de su padre y la nueva mujer de éste. 
La película destaca por la gran interpretación de Barbara Stanwyck en el papel de una mujer ambiciosa, que quiere salir de la pobreza. 
El mensaje que parece dejarnos Vidor es que ascender a otro escalón más alto de la sociedad no siempre resulta posible, sino que depende de la personalidad del sujeto o sujeta en cuestión.
Hay buenas escenas como aquella en la que las amigas de la hija de Stella se ríen de ésta y la critican por su atuendo y sus pintas. 
El amor madre-hija es mutuo, pero por encima de ese amor, Stella antepone el deseo de que su hija se eduque en una familia pudiente y con clase antes que con ella misma.
Curioso es el papel del amigo vulgar y borrachín de Stella, Ed, sobre todo porque nos sirve para encasillar socialmente a ésta última. Parece que Stella pertenece a ese mundo vulgar y de ninguna manera será bien recibida en un escalón superior.
En el vídeo se ve una escena divertida de Ed y Stella en la que extienden polvos pica-pica a los pasajeros del vagón, sólo para reírse un rato, una escena que King Vidor usa hábilmente para retratar la ordinariez de ambos personajes.
Escena final casi lacrimógena de la hija casándose con un joven pudiente y la madre viéndola escondida entre la gente en la calle. No obstante, al final la sonrisa de la Stanwick delata que ha triunfado y ha conseguido su sueño, aunque, eso sí, por medio de su hija.

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