Hace unos días me sorprendió leer un Tweet de Laura Caballero acerca de su viaje en tren. Por si no os suena de nada esta chica es directora de cine y televisión (La que se avecina, Aquí no hay quien viva,..).
El tweet es el siguiente:
Aunque mucho se ha hablado en la blogosfera sobre el tema no quiero dejar pasar la oportunidad de dar mi opinión, porque desgraciadamente cada vez más escucho y leo por Internet un movimiento muy en auge contra los niños.
A pesar de las críticas recibidas en su twitter, lejos de amilanarse, continuó soltando perlas y bloqueando a todo aquel que opinaba diferente a ella. Finalmente eliminó el tweet alegando que no le gustaban los malos rollos.
Por supuesto todos sus fieles defensores (¡viva la personalidad propia!) sacaron uñas y dientes para defenderla, soltando burradas como que los padres de niños deben pagar más en el tren por molestar (claro que aquí no cuentan los que roncan, los que hablan por teléfono a gritos, los que tienen la música como si fuera una discoteca,...), o que deberían existir más a menudo (porque los hay) hoteles sin niños, trenes sin niños,....
¿A dónde vamos a llegar? ¿Nadie recuerda que ellos también fueron niños, lloraron, chillaron y compartieron metro/tren/autobús con gente que no eran niños? Un poquito de cordura en esta sociedad no nos vendría mal. Me sumo a la iniciativa de Orquídea Dichosa porque basta ya de fobia a los niños.
Esto me recuerda al conductor experto que lleva delante un novato con su L bien marcada y le pita, le levanta los brazos y hasta le chilla por no tener tanta experiencia.
¿De verdad que nadie tiene empatía con los niños? Me niego a pensarlo.