Desde que yo volví a España después de mis estudios en el 2003 y nuestro país se encontraba en pleno auge de la burbuja inmobiliaria, parecía que la estabilidad era eterna y que por fin España podía sentarse en la mesa de las cumbres europeas con orgullo por nuestra moderación y sentido de los pactos de Estado. Desde que irrumpió la crisis con ferocidad en el 2008, ya nada ha vuelto a ser lo mismo en España, a la vez que el país no solo va para peor en prácticamente todo, sino que además se enfrenta a una crisis institucional por la progresiva pérdida de democracia social cohesionada, bajo un monarca, que nos había traído la estabilidad y la prosperidad como nunca jamás se había visto en la historia del país. Cito de “El Mundo” con fecha de hoy — “El sistema político e institucional surgido de la Transición hace aguas, una mayoría de ciudadanos ha dejado de confiar en los poderes públicos, la clase política sufre un descrédito sin precedentes, la crisis económica ha dejado un país empobrecido y el independentismo catalán amenaza la existencia del propio Estado. Y en la cúspide de ese sistema, la Monarquía parlamentaria, una institución que durante años fue la más sólida del sistema y la mejor valorada por el prestigio del Rey. Ya no lo es”.
Desde que la prensa española haya copiado las peores costumbres y excesos de la prensa anglosajona (porque España jamás de los jamases copia lo bueno de estas sociedades sino lo mas negativo) y haya optado por “destapar” escándalos personales de la Familia Real – que si el rey a la caza del elefante, que si Urdangarín un corrupto, que si esto, que si lo otro…la caída de nuestro rey ha sido estrepitosa.
No, lo siento, estimados lectores. Si buscan aquí morbo sobre los detalles de los escándalos de la realeza en España o cualquier otro sitio, no lo van a encontrar. No porque yo piense que se les tenga que “respetar”, sino porque estoy absolutamente preocupado por el futuro de la estabilidad y las instituciones del país.
Tradicionalmente, la prensa española ha sido escrupulosa con la privacidad de la Familia Real, a diferencia de las prensas anglosajonas que despotrican con ensañamiento a sus monarcas. Repito que lamento esta nueva tendencia en España de la prensa, si bien es verdad que también esta actitud generaba otra serie de problemas. Entre ellos, no tener un periodismo en España realmente de investigación. Pero bueno, eso es otro debate en el que no voy a entrar ahora.
Al igual que las medidas medio populistas del Papa Francisco podrían al menos mantener cierta seguridad en la Iglesia Católica, Su Majestad don Juan Carlos I quizá haya salvado la institución monárquica, por ahora. España nunca ha sido demasiado monárquica como pueblo, pero eso a mí no me interesa. Me interesa salvaguardar las instituciones que tan bien han funcionado para la democracia española. Sería tremendamente peligroso entrar en un terreno desconocido pero que sí tiene antecedentes más que conocidos. Todas las veces que España ha tenido república, éstas han acabado en total desastre y baños de sangre. Cito del ilustre Cánovas del Castillo: “Allá al otro lado de los mares tenemos hermanos que son nuestros verdaderos hermanos, que tienen nuestro origen, nuestras pasiones, nuestras ideas, que han tenido nuestras
instituciones, y muchas de ellas las tienen todavía, y ellos nos enseñan con una triste y dolorosa experiencia de más de medio siglo qué es lo que puede hacer nuestra raza cuando se ve totalmente privada de la monarquía. (El señor Castelar: No hay un solo monárquico.) Cuando se han tomado ciertos hábitos, cuando no se siente sino el mal y no se ha podido apreciar de cerca el remedio, es posible que no haya nadie que le conozca o le pida. No niego esto, ni tengo para qué negarlo; pero lo que afirmo en cambio es, que si no hay monárquicos (porque a ese estado y aun a otro estado más triste pueden llegar algunas
veces los pueblos, es decir, a un estado en que no sea ya posible en ellos que haya monarquía ni deje de haber
monarquía), si no hay monárquicos, repito, son por eso
mismo radicalmente ingobernables, esencialmente anárquicos, condenados a poseer esa triste institución de los Estados del Sur de América que allí se llama el caudillaje”.
Hoy, España está sufriendo mucho cinismo en la calle, y la apatía está a la orden del día en la mayoría. Pero lo cierto es que el Príncipe Felipe es, al menos, respetado. De hecho, su personalidad me cae mucho mejor que la de su padre prque es mucho más pausado y “anglosajón” como dicen los medios ingleses. Nunca ha sido, para mí, un valor loable ser “campechano” como su padre. “El Mundo” dice además esto: “Carece de la campechanía de su padre, no cuenta chistes verdes, no improvisa ni se olvida nunca de quién es.” Bueno, excepto que se casó con quien no debió jamás casarse. Ahí falló, y gravemente, la Familia Real. Me causa verdadero asombro como en los países anglosajones admiran mucho más a Letizia que nosotros. Esa mujer es para darle de comer aparte, francamente. No me gusta nada nada nada Letizia, por muy “guapa” que la vean los anglosajones. Quizá lo que más les impresiona (y disculpen mi arrogancia pero cualquiera que haya viajado y tenga un ojo crítico como nosotros lo podrá confirmar) es que, sí, efectivamente, tiene más “carácter” y “estílo” que la Kate Middleton. Y es que, modestia aparte, entre las razas mediterráneas no tendremos mucho filósofo ni científico o gente analítica, pero estílo y cierta “guapura” y “arte” para hacer las cosas no nos falta. Dicho eso, a mí la Letizia no me engaña y habrá que vigilarla con lupa. Ella podría impulsar la caída final de la institución monárquica.
Si la llegada del Príncipe al trono coincide con una mejoría de los datos económicos para España, poniendo fin a la terrible época de los últimos 7 años, entonces la monarquía española tendrá un futuro en España. De lo contrario, si los coletas de turno, los rabiosos, los extremistas, los de la algarabía popular siguen como van, seremos testigos, como ya dije hace poco en otra entrada, del fin de la monarquía española.
Con todo, gracias, Majestad. Gracias por habernos entregado a un sistema democrático y por la Constitución que desafortunadamente los políticos mediocres de España, ineptos en todo, ni siquiera ya cumplen. Le deseo lo mejor en sus últimos años y ofrezco mis mejores deseos para que se mantenga la institución monárquica durante muchas décadas más. Ese es mi deseo personal, pero como todo, tendrá que depender del buen gusto de la mayoría de los españoles. Con su abdicación, usted ha dado una buena lección a toda Europa, a pesar de algunas voces críticas en el Reino Unido. Ni caso a los críticos.
Por último, un mensaje a los lectores españoles: de sobra sabemos que España tiene muchísimas cosas más que criticables, incluso condenables. Pero los que pensáis que todo lo de fuera es mejor, simplemente os recomiendo viajar un poquito más. España no será muy democrática, pero tampoco gran parte de Europa y quizá la familia real española no tenga la “grandeza” ni el “prestigio” de la británica (a pesar de que la familia real británica tiene MUCHOS MÁS escándalos graves que la española), pero no vendría mal un poco de serenidad analítica. Ni todo es tan malo en España, ni todo es tan “bueno” fuera. Ahí lo dejo.
AVISO: CUIDADO con insultar a la realeza en esta entrada. Quiero un hilo serio, con argumentos y diálogo entre caballeros (y damas si salen de su típica apatía política).
Gracias por leer.