Su soneto, gracias

Como hay quien me ha visto cara de locutor de Kiss FM o de mono de feria (o de ambas cosas), de vez en cuando llegan al blog peticiones del oyente. Bueno, esta, más que una petición, es un chantaje ruin y rastrero, al que me presto porque me pilló en horas bajas. Pero sépanlo desde ahora: este blog no negocia con terroristas ni con peticionarios.

Rondabandarra me pidió que escribiera un soneto, y que a cambio me regalaría una camiseta de nuestro mutuamente admirado Woody Guthrie, con citas de Billy Bragg y tal. Como yo no puedo resistirme a ese regalo, he accedido de mala gana.

Por cierto, la cosa no termina en mi humillación. Rondabandarra quiere verles a ustedes hacer el ridículo también. Imagínenselo en su guarida, observándonos a través de sus pantallas y acariciando el lomo de un gato con una mano ensortijada. Dios, cuánta maldad. Rondabandarra exige que los comentarios a esta entrada, si los hubiere, sean también en forma de soneto. Yo me comprometo a borrar los que estén en prosa. Ya saben, si quieren comentar, tendrán que rimar. Esta es mi aportación a la destrucción de la poesía. Horrorícense:

Le dije que yo no iba de poeta,
Que lo de rimar me daba pereza,
Y el silabeo, dolor de cabeza,
Mas él prometiome una camiseta.

Y no de las que cuestan dos pesetas:
Una de importación: ¡vaya proeza!
Así que me abrí paso en la maleza
Y empecé a rimar con la frente prieta.

Con dos cuartetos al fin terminados,
Me sentía como Joaquín Sabina.
En pocas palabras: muy acabado.

Por eso esta broma ya termina
Casi como la había empezado:
Con muy mal gusto y un poco de inquina.