(Foto tomada de internet)
LA HABANA, Cuba – En una reciente conversación entre amigos, Luis Ángel me decía que “hay que tener cuidado en estos días, porque se acerca el fin de año y se incrementan los robos”. Entonces Jorge contaba del hurto de hace unos días a Alicia, que vive en la esquina de su casa: “Le zafaron varias persianas de una ventana de la sala que da por el pasillo lateral. Le llevaron el televisor, el DVD, la computadora, equipos de la cocina y ropa, y todo lo sacaron por la puerta de la calle. Hizo la denuncia, pero hasta ahora no han encontrado a los ladrones. Por suerte, ese día ella no estaba en la casa”.
Por varias personas me enteré esta semana de que la policía canina se le había “tirado” a una joven y estaba presa. Unos dicen que fue cómplice en un robo, y otros, que estaba vendiendo ropa robada. También supe que hay varios apresados, implicados en ese negocio. Algunos que conocen de quiénes se trata, afirman que son unos vagos y además borrachos; pero Nilda, que vende maní tostado por los alrededores del agro, comenta que “la Policía persigue a los vendedores que nos estamos buscando el dinero honestamente, pero en cambio no toma medidas con estos individuos que son un peligro social. Todos sabemos que no trabajan, entonces, ¿de qué viven si no del robo?”.
Y así, en el transcurso del fin de semana, la gente contaba lo que supo y lo que vio. Indagando, me acerqué a un familiar cercano a uno de los afectados, quien me aportó más datos sobre el caso. Cuenta que el sábado de la semana pasada robaron en la casa de su hermano. Para entrar, cortaron y rompieron el cristal de una ventana. Luego removieron dos barrotes con una palanca hasta que los desprendieron por fricción. Para esto necesitaron tiempo, porque el muchacho y la esposa no durmieron allí.
“Les vaciaron la casa, solo dejaron los muebles. Sacaron todo por la puerta de la calle”. Cuando él les aconsejó que hicieran la denuncia, el hermano le respondió que para qué. De todos modos no iba a aparecer lo robado. Iban a perder el tiempo yendo y viniendo a la Policía por gusto.
El martes siguiente robaron también en la otra cuadra, a un matrimonio amigo de ellos. La muchacha estaba sola esa noche porque el marido había ido a pescar. Contó que ella vio a un hombre escondido en la azotea de al lado, mirando por su ventana. Pensó que podía ser un mirón y como estaba sola decidió ocultarse bajo las sábanas. Cuando el esposo llegó al amanecer, encontró la puerta de la calle abierta y enseguida se dio cuenta de que le habían robado. Resulta que el supuesto mirón no era más que un miembro de la banda, encargado de vigilarla mientras el resto le robaba en la sala. A pesar del mal rato, y del trauma de pensar qué le habrían hecho a la joven si hubiera reaccionado de otra manera, esta pareja tampoco pensó en hacer la denuncia. Sin embargo, comparando su caso con el de los vecinos anteriores, llegaron a la conclusión de que sin duda eran los mismos ladrones.
En la misma semana, a los malhechores se les ocurrió tratar de robar en la casa de un matrimonio de miembros del MININT. Pero solo pudieron llevarse algunas cosas del patio y dejaron en la azotea una vara metálica –robada al vecino que me contó cómo sucedieron los hechos, que la usaba para tumbar aguacates y mangos y que vive al lado de una de las víctimas-.
Estos últimos sí hicieron la denuncia, al mismo tiempo que un incidente singular hizo a las otras dos familias afectadas acudir a la Policía. Resulta que una de las jóvenes se había comprado un vestido, y al mostrárselo a la otra, esta lo reconoció como una de sus prendas robadas, pues se lo había mandado el papá y tenía un diseño único. Cuando vino la Policía con los perros, en los tres casos los animales se dirigieron a la misma vivienda y marcaron a la joven que había vendido el vestido, que consiguientemente fue apresada. Y aunque no han aparecido los bienes robados, lo positivo es que estos ladrones de poca monta fueron descubiertos y –por el momento- no seguirán haciendo daño en el barrio.
Pero ninguno de estos acontecimientos es reflejado por la prensa radial o escrita. Para estar prevenidos, a los ciudadanos no nos queda más remedio que recoger la verdad a través de rumores, a sabiendas de que por lo general la difusión boca a boca distorsiona los hechos.
Via:: Cubanet