Por Juan Pablo Serra
Las eliminaciones de Brasil siempre son dramáticas. Principalmente porque nadie las espera, nunca Brasil no es el favorito, juegue contra quién juegue.
Sin embargo a los que nos gusta el buen juego el scratch nos genera emociones ambiguas. Lo que a mi me ocurre (y quizás sea representativo de mas personas) es que me da mucha bronca cuando Brasil gana y bastante tristeza cuando pierde.
Cuando levantan una copa el sentimiento es 'no pueden ganar siempre ellos', son agrandados, soberbios, y se autopostulan para un altísimo pedestal. A pesar de que siempre respetamos los medios por los cuales consiguen los trofeos, la situación nos incomoda.
Cuando pierden, además de la sonrisa inocultable, sentimos algo de injusticia. De traición a nuestros valores y a nuestras banderas de 'jogo bonito' y por qué no a nuestro carácter de hermanos latinoamericanos.
Brasil ya no está en la copa. Y esto genera alivio, tristeza, esperanza y un montón de otras sensaciones contradictorias propias de nuestra relación de amor y odio con la verdeamarela.