Revista Ciencia

¿Sueñan los economistas con abrelatas eléctricos?

Publicado el 13 marzo 2013 por José Luis Ferreira
¿Sueñan los economistas con abrelatas eléctricos?
Recientemente he oído en una discusión decir a un no economista que la Economía es una falacia porque, usando los supuestos adecuados, puede demostrar cualquier cosa (habrá oído el chiste del economista que está en una isla desierta con una lata de comida y, ante el problema de cómo abrirla, dice "supongamos que tenemos un abrelatas"). Es la típica afirmación de alguien que no sabe de qué está hablando, pero que cree que sí sabe. Es la peor de las ignorancias, de la que nos quería sacar ya en su día Sócrates.
Por si acaso alguien más cree tal cosa dejemos las cosas claras de una vez.
1. En un sentido trivial podemos decir lo mismo de cualquier ciencia. Con una elección de supuestos un tanto enrevesada podemos decir que la Tierra es plana, que la homeopatía funciona y mil cosas más. La manera más sencilla es suponer aquello que se quiere demostrar. Otras maneras más rebuscadas pueden dar la sensación de modelo teórico relevante.
2. Una cosa es tener un modelo en que pase lo que uno quiere mostrar que pasa y otra muy distinta que el modelo se adapte a la realidad. Una primera criba de los modelos ocurre cuando le exigimos un mínimo de consistencia: que respete las reglas de la deducción lógica y de las matemáticas, por ejemplo.
3. Incluso si pasa ese primer filtro, todavía deberemos exigir que respete las cosas bien establecidas dentro de su ciencia, a no ser que pretenda ser una revolución y ofrezca pruebas extraordinarias de sus afirmaciones extraordinarias en el próximo punto.
4. Además de ser consistente con los conocimientos acumulados, el modelo debe pasar al criba de la evidencia empírica.
En Economía, por lo menos en la académica, esa que se publica en las revistas serias, se pide llegar hasta el cuarto punto para aceptar una hipótesis. Como mucho, se aceptarán como plausibles conclusiones que se obtienen de un modelo en una situación por experimentar siempre y cuando el modelo en el que se obtienen esas conclusiones sea el mejor que tenemos para explicar otras muchas regularidades.
Pongamos algunos ejemplos:
(i) La afirmación de V. Navarro de que no hay problema en el sistema de pensiones español porque la productividad permitirá que con pocos trabajadores se paguen las pensiones de muchos pensionistas es algo incompatible con la aritmética (no digamos ya con la teoría económica).
(ii) Los seguidores de Marx durante mucho tiempo intentaron formalizar sin éxito su teoría económica relatada en El Capital. No hay manera coherente de hacer un modelo que se parezca a su teoría del valor y hace tiempo que muchos admitieron que es tarea imposible. Bueno, de vez en cuando sale alguien que dice que lo ha conseguido, pero no le hacen mucho caso. De todas maneras, no sé por qué alguien querría mantenerse en el empeño de intentar darle coherencia teórica si la realidad ya ha demostrado que no tiene la evidencia empírica.
(iii) Los economistas de la escuela austriaca llevan también mucho tiempo intentando hacerse presentables a la Economía académica aportando un modelo coherente de algunas de sus teorías, como la de los ciclos económicos o la de la conveniencia el patrón oro. Tampoco lo han conseguido y también se me escapa su empeño. Ya en su día el mismo Milton Friedman mostró que la evidencia empírica no solo es contraria a su teoría de los ciclos, sino que ha hecho un daño enorme a la economía y los datos históricos dicen que con el patrón oro han ocurrido todas las cosas que dicen los austriacos que no ocurrirán con él.
Creo que esto es suficiente para desdecir la osada afirmación de que la Economía es una falacia porque con ella se puede demostrar cualquier cosa. Lo será si uno tiene la idea equivocada de la Economía. Para añadir ironía a la ignorancia, el no economista del comienzo de esta entrada (diré el pecado, pero no el pecador) que acusaba de falaz a la Economía académica se reconfortaba como creyente de uno de los tres ejemplos realmente falaces que he descrito.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------Hace tres años en el blog: En el sentido más laudatorio del término.
Y también: Agarrarse a un clavo ardiendo.
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