Revista Psicología

¿Sufres demasiado?

Por Eredolosi @redolosi
Un tema que ultimamente trato mucho en la consulta es el dolor. El dolor tanto físico como emocional va unido a la condición humana y en un momento u otro lo vamos a sentir y no podemos, la mayorìa de las veces, evitarlo.
Pero el dolor es una cosa y el sufrimiento es otra diferente.
El sufrimiento se produce cuando nos negamos a sentir el dolor, cuando no aceptamos lo que nos pasa y buscamos culpables de lo mal que lo estamos pasando. Cuando nos pasamos la vida quejándonos y protestando de las situaciones que nos toca vivir. Eso no es dolor, eso es sufrir.
Aceptar el dolor no significa que vamos a estar contentos como si no pasara nada, todo lo contrario; aceptar el dolor es hacernos cargos de nosotros mismos sintiendo todas nuestras emociones desde las más alegres hasta las mas tristes. Pero sentir ese dolor no es sufrir porque lo segundo conlleva enredarnos en buscar culpables y porqués a lo que nos pasa e involucrarnos en un malestar que nos desembocará en ansiedad o depresión.
El sufrimiento nos lleva al trauma y éste es difícil de superar.
Veámoslo en un ejemplo: Una amiga me traiciona. Ese hecho me produce dolor y no puedo evitarlo. Tengo que aceptar lo sucedido y sentir esa tristeza y decepción.  El dolor menguará con el tiempo pero evitaré sufrir y que se convierta en trauma.
Está claro que hay distintos niveles de dolor, no es lo mismo una traición que el fallecimiento de alguien querido pero varía en la intensidad del daño pero no de la forma de afrontarlo.
Pero tambíén hay personas que se pasan la vida sufriendo por todo y viven en ese estado de malestar continuo.
El dolor es una cosa. El trauma es dolor que está combinado con la negativa a experimentar ese dolor. Por intentar defenderse del dolor, usted está, de hecho, haciéndose mucho más daño y, de esta manera, los efectos del dolor duran más tiempo que el daño original que usted experimentaba, dice Mari Carmen Luciano en su libro sobre la terapia de Aceptación y Compromiso.
Y prosigue: La forma de hacer hueco al dolor es echarse directamente encima de él, aun cuando todo su ser le está diciendo que se eche para atrás. No tiene control sobre el dolor que existe en su vida; es una parte de la existencia de cada uno que nadie puede evitar. Sobre lo que sí tiene control es en permitir o no que el dolor se convierta en trauma.
Cuando uno es consciente de esta idea y la adapta a su vida empiezan a producirse cambios asombrosos ya que una vez que le hacemos frente al dolor éste termina perdiendo valor. Párate y observa si sufres demasiado.
Empieza a practicarlo y ya verás los resultados, si te animas compártelos...
Buena semana!!


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