La Argentina aparece apenas referenciada en The great hack, documental de Karim Amer y Jehane Noujaim sobre la manipulación de datos que Cambridge Analytica realizó a gran escala con fines proselitistas en Brasil, Nigeria, Kenia, República Checa, India, Estados Unidos, Gran Bretaña. Los autores del largometraje disponible en Netflix deslizan una foto de Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli entre aquéllas de otros (aspirantes a) dirigentes políticos que contrataron los servicios de la extinguida consultora británica especializada en moldear audiencias.
Entrevistada por los realizadores, una de los periodistas que investigaron el modus operandi de esta filial de SCL Group sostuvo que la combinación entre minería de datos, psicología conductista, elaboración y difusión online de contenidos mentirosos enferma gravemente a la democracia occidental. Por lo pronto, contaminó procesos electorales tan determinantes como los comicios presidenciales de 2016 en los Estados Unidos y –ese mismo año– el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.
Acaso porque miré The great hack la noche previa a las Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del 11 de agosto, relacioné el lado oscuro de la ingeniería de datos con el empecinamiento de nuestros gobiernos (neo)liberales en desmantelar el sistema de la educación pública, en defender los intereses y prerrogativas de las corporaciones mediáticas y en fomentar el desarrollo tecnológico orientado al control social. La implementación de estos programas nos mantendrá a salvo de los Estados totalitarios (en realidad de algunos, si pensamos en los gobiernos de facto que designaron a economistas autoproclamados liberales en puestos ministeriales) pero nos degrada a la condición de consumidores –o, suena mejor, prosumidores– sometidos a la voluntad inapelable del inasible Mercado.
Desde ayer, ese mismo Mercado patalea impúdicamente contra los resultados electorales del domingo. El dólar y el riesgo país se desbocan; los bonos y las acciones bursátiles se derrumban; el Presidente Macri culpa al kirchnerismo por el apocalipsis financiero.