Siempre es bueno recordar las sugerencias de la abuela a la hora de coser, planchar y limpiar manchas. Su sabiduría puede solucionarnos más de un "problemilla"
En la confección de una pieza de ropa (por ejemplo nos hacemos una falda), antes de coser es aconsejable hervir los ganchos, los ojetes y los cierres automáticos en agua con ácido carbónico; así evitamos que se oxiden al lavarlos.
Es conveniente conservar las agujas de coser en cajitas de madera o plástico. Las cajitas metálicas no son adecuadas porque la hojalata rebaja la agudeza de las agujas.
Si tenemos una hoja de patrón que queremos usar más de una vez, es bueno que la pulvericemos con un liquido de impregnación y dejemos que se seque antes de doblarla; se conserva mejor.
Para que nuestras prendas de ropa, además de limpias después de lavarlas, queden sin olor a sudor, podemos pulverizarlas, antes del lavado, con vinagre.
Para recuperar el blanco en el lino que ya amarillea, podemos ponerlo en remojo durante toda una noche en un litro de agua y una cucharada de alcohol de farmacia.
Para blanquear la ropa podemos mezclar un sobre de levadura en polvo con nuestro detergente. También podemos coser una bolsa de lino con una cinta para cerrarla; llenamos la bolsa con cáscaras de huevos y la lavamos con la ropa blanca.
Para recuperar los colores y el brillo de nuestras piezas de ropa rojas y azules, podemos lavarlas en una solución poco concentrad, de ácido carbónico.
Las manchas de fruta y las manchas de humedad en una pieza de ropa se pueden quitar remojándolas en suero de leche. El tiempo dependerá de la antigüedad de la mancha.
Podemos quitar una mancha de agua de un sombrero de fieltro, frotándola con un papel de lija fino.
Los zapatos de raso y de brocado se limpian muy bien con un algodón impregnado en alcohol o con una pasta hecha a base de gasolina y magnesio.
Son remedios que en algún momento pueden parecernos toscos o brutos pero, de verdad, funcionan.