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"Sumisión", Michel Houellebecq (2015)

Publicado el 04 octubre 2015 por Joaquinvarela
A lo largo de las tres novelas que llevo leídas de Houellebecq ,  creo haber encontrado sin falta todos los elementos que, sí o sí, componen sus libros. A saber: 1º: Una historia más o menos hilvanada. 2º: Sexo, normalmente bajo la forma hombre necesitado. 3º: La parte documental "yo-de-esto-sé-la-pera".
Probablemente sin esta tercera parte Houellebecq no sería él mismo , pero en la mayoría de las ocasiones se hace a medio libro terriblemente cargante. Salvando un poco el caso de Plataforma, que era el más llevadero,  en Las partículas elementales daba terriblemente el coñazo con Nils Bohr y la física de partículas, pero en Sumisión se lleva el premio con la omnipresente  presencia  de Joris-Karl Huysmans.
Ya, ya sé que no tienen ni p. idea de quien es (mi amigo JM seguro que sí pero no cuenta) , pero les aseguro que acabarán el libro como si hubiesen leído un tractatus sobre él y con ganas de ampliar conocimientos.
Sé que me he salido del argumento un tanto, y eso que promete: dentro de no muchos años, en 2022, las elecciones en Francia colocan como primer ministro a Mohammed Ben Abbes, del partido islamista. Accede al poder apoyado por el partido socialista para cerrar el paso al Frente Nacional de Marine Le Pen. Comienza así un período de progresiva islamización , que provoca que al protagonista, François, -un profesor universitario cuarentón, devoto de sus alumnas y experto en Huysmans-  lo retiren para dar paso a otros conversos al Islam.
Aquí es donde Houellebecq da rienda suelta a su probable vena islamófoba, describiendo el proceso de progresiva pérdida de los valores europeos de la República Francesa. Independientemente de que se esté o no de acuerdo, el clima social posterior a las elecciones que crea está magníficamente construido, y hay momentos en que intimida. Ahi es por donde aparece también después la dimensión religiosa y el papel de Huysmans (muy influido por el catolicismo al final de su vida) como contrapunto a las reflexiones de François y al devenir de los acontecimientos. Les advierto también que esta parte es a veces un ladrillo.
Así que tenemos a Michel Houellebecq en estado puro.  No es perfecto, pero me temo que a tenor de lo que hay, se ha convertido en un fijo para mí. Para horror de la gente de la buena sociedad y a mayor gloria de las letras francesas. 

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