Título original: Super 8 Género: Aventuras, Ciencia-Ficción
Duración: 114 minutos País: EE.UU.
Dirección: J.J.Abrams Guión: J.J.Abrams
Intérpretes: Joel Courtney, Riley Griffiths, Ryan Lee, Gabriel Basso, Zach Mills, Elle Fanning, Noah Emmerich, Kyle Chandler
Música: Michael Giacchino Web: super8-movie.com/
En el verano de 1979, un grupo de amigos de un pueblo de Ohio son testigos de un catastrófico accidente de tren mientras ruedan un corto sobre zombies. Tras librarse por poco, pronto descubren que no fue un
accidente. Poco después, comienzan a sucederse en el pueblo una serie de
extrañas desapariciones y de sucesos inexplicables, y pronto descubrirán que la verdad es algo más terrorífico de lo que ninguno de ellos podía imaginar...
Ríos de tinta se están virtiendo en la red sobre esta última película de J.J.Abrams, bien tratándola como un inútil intento de volver a poner de moda un tipo de cine de esencia netamente ochentera mediante el uso y abuso de elementos para provocar la nostalgia en el espectador treintañero, o bien considerándola un mosaico deudor del cine clásico de aventuras juveniles, en especial del de Spielberg, que encantará a aquellos que crecieron disfrutando de dicho tipo de cine. Y a pesar de que hay gente situada en el término medio que distingue entre sus virtudes y sus defectos, se está convirtiendo poco a poco en una película de esas que tienes que odiar o amar. Yo tengo que reconocer que, a pesar de algunos aspectos que chirrían con fuerza y son innecesarios o mejorables, me lo pasé en grande en el cine, convirtiéndose en una de las películas más redondas que he visto este año en pantalla grande (de momento y sólo por detrás de la maravillosa El Origen del Planeta de los Simios, pendiente de reseñar...).
El señor Abrams no ha dudado en confesar una y otra vez su profunda admiración por el cine de Steven Spielberg, sobre todo por el de sus comienzos, cuando encandilaba a todo el planeta con joyas como Tiburón (1975), Encuentros en la Tercera Fase (1977) o E.T. El Extraterrestre (1982). Así mismo, Spielberg también ha dejado claro que si hay alguien en la actualidad que le recuerda a él en sus inicios, ése es Abrams. Así pues, con estos dos señores lanzándose flores mutuamente (o, como diría el señor Lobo de Pulp Fiction, chupándose las pollas mutuamente), Super 8 es una película que estaba claro tarde o temprano formaría parte de la filmografia de Abrams, pues supone una mirada llena de nostalgia al cine spielberiano ochentero, con el añadido de estar protagonizada por una panda de chavales, al estilo de producciones como Los Goonies (1985) o Los Exploradores (1985). Y luego, claro está, tenemos el toque personal de Abrams, que ya hemos visto en recientes producciones de cosecha propia como Monstruoso (Cloverfield, 2008) o la grandísima serie Perdidos (Lost, 2004-2010), y que está constituido por una serie de constantes en su obra, como ese gusto por las historias de redención o su particular sentido del espectáculo, del que ya hizo gala en Star Trek (2009).
Está claro que J.J.Abrams trata de pulsar algunos resortes de nuestra memoria cinematográfica para crear cierto sentimiento de nostalgia ante el tipo de cine mencionado con anterioridad y que se circunscribió casi exclusivamente al periodo de tiempo que abarcaba los años '80 y comienzos de los '90. Numerosos son los guiños a dicha época, aparte de haber encuadrado Super 8 dentro de un periodo de tiempo muy concreto (finales de los años '70), dotando a la película de un maravilloso aire retro cuidado hasta el extremo tanto en vestuario como en escenarios, decorados y puesta en escena. En ese sentido, nada que objetar, exceptuando lo prefabricado y teledirigido de la apuesta por conmover desde la nostalgia y el recuerdo.
Disfruté de lo lindo con la actuación del grupo de jóvenes protagonistas, en especial de una Elle Fanning que promete bastante en esto de la actuación y se come cada plano en el que aparece. El joven reparto se muestra suelto y con desparpajo a la hora de interpretar a un grupo de amigos que en mitad de una situación límite y dramática comienzan a sentir el despertar de una serie de sensaciones desconocidas para ellos, como el primer amor, el sabor que deja en la boca el perdón o la pasión por el mundo del cine, personificada en Charles (interpretado por un genial Riley Griffiths), personaje que me encantó y que a buen seguro tiene un marcado carácter autobiográfico por parte de J.J.Abrams.
Poco voy a comentar de los efectos especiales, espectaculares por momentos (a destacar la escena del accidente y descarrilamiento del tren militar) y casi a la misma altura que la cuidada fotografía o el sensacional sonido, coronado todo ello por una banda sonora que estoy casi seguro estará muy presente en la próxima edición de los Premios de la Academia de Cine de Hollywood. Michael Giacchino ha concebido una partitura realmente conmovedora y grandilocuente a la vez, que en muchos momentos me ha recordado a la música que fielmente nos acompañó mientras disfrutábamos de Lost (Perdidos).
Sé que a muchos de vosotr@s os habrá parecido un fiasco, que muchos habeís entrado al cine con unas expectativas que Super 8 y J.J.Abrams no han podido o no han sabido colmar, pero a mi la película sí me ha llegado y me ha entretenido. Reconozco que está concebida como un pastiche de sensaciones y articulada en torno a una serie de situaciones ya vistas en anteriores películas, que juega descaradamente la baza de la nostalgia o que incluso la acción va de más a menos hasta llegar a un desenlace poco creible o, cuando menos, discutible, pero no se le puede negar que está rodada de manera magistral (con escenas espectaculares como la ya mencionada del descarrilamiento del tren o la del ataque de la criatura al autobús militar) y que supone un oasis en el desierto en el que poco a poco se ha convertido el panorama cinematográfico actual, donde las salas sólo proyectan comedias románticas de medio pelo o películas de vampiros que brillan embadurnados en purpurina. A mi me ha parecido un atractivo cóctel entre una monster-movie y una aventura juvenil a la vieja usanza, con la guinda en los créditos finales de The Case, el corto que en la propia película se encontraban rodando nuestros protagonistas, todo un homenaje a la serie B y al cine de zombies (impagable el homenaje a papá Romero, colocándole su apellido a la fábrica de productos químicos en la que se inicia la epidemia en el corto).