Muchas son las mujeres que se ven desbordadas al intentar conciliar la vida laboral y la familiar. Las supermadres trabajadoras no sólo procuran cumplir de manera eficiente con sus tareas laborales y en la medida de lo posible progresar en el ámbito profesional sino que además se ocupan de la mayor parte de las tareas domésticas y del cuidado de sus hijos. El resultado es un desgaste físico y mental que puede perjudicar la vida personal y familiar.
Según un reciente estudio realizado por la investigadora Katrina Leupp para la Universidad de Washington, una madre con empleo tiene menos riesgo de caer en depresión que una madre sin empleo. Sin embargo, si esta madre trabajadora pretende hacerse cargo de todo y no asume que para conciliar hay que renunciar a algo en el trabajo o en la familia se multiplican las posibilidades de frustración y depresión. Según Leupp, es posible combinar felizmente la educación de los hijos y una carrera profesional siempre que se esté dispuesto a dejar algunas cosas por el camino.
Aprender a delegar y no aspirar a la perfección son algunos de los desafíos para estas madres que asumen que deben estar en todas partes al cien por cien y ocuparse de la casa y de la educación de los hijos con la misma disponibilidad que tenían nuestras madres o abuelas amas de casa. Hablar de todo ello con la pareja y compartir las responsabilidades familiares puede contribuir no sólo a hacer más llevadera la vida cotidiana sino también a reforzar el vínculo con la pareja.
Sin embargo, si hay una tarea impostergable, que no se puede encomendar a otras personas, ésta es la construcción de la relación madre e hijo. Según la psicóloga Isidora Mena, es durante la primera infancia cuando se produce el principal vínculo de apego entre la madre y el hijo, por ello durante el período de lactancia es muy importante que aunque la madre no pueda darle el pecho y no se haga cargo de todo, pasé tanto tiempo como pueda con el hijo, lo acurruque, lo haga dormir…
Cuando las madres se incorporan al trabajo, son muchas las mujeres que se sienten culpables por no poder pasar más tiempo con sus hijos. Para lograr maximizar este tiempo es importante que el tiempo que se pase con ellos sea un tiempo de calidad, dedicado a conocer profundamente al hijo, a hablar con él, a saber lo que le pasa, a enseñarle cosas… sin endiosarlo y aceptando que seguramente surgirán roces que forman parte de las relaciones humanas. Establecer costumbres en casa con los hijos, como cenar siempre juntos, es una manera de estar en contacto con ellos y afianzar los vínculos familiares y afectivos.
En definitiva, podemos llevar una vida laboral y familiar satisfactoria si no nos exigimos ser la mujer maravilla y contamos con nuestro núcleo familiar para afrontar el día a día.