Revista Religión
Lo relata la mitología. Permaneció en el tiempo. Una historia triste. La caída de un coloso, la ruina de un triunfador. La leyenda dice que Edipo, rey de la antigua Tebas, tras comprobar que había dado muerte a su propio padre y que, al tiempo, se había casado con su propia madre, decidió quitarse la visión. Se hirió los ojos con un arma punzante.
Un relato que impresiona pero que arroja enseñanzas. ¿La razón? Cegarse es el mismo camino que toman infinidad de personas hoy día, al causarse daño físico y espiritual como auto castigo por los errores cometidos. Recuerdo cierto viaje al Perú. Un hombre llevaba poco más de una semana recorriendo la carretera Panamericana con una pesada cruz de madera al hombro. Detuve el carro en el que iba. Me pareció curioso. Dijo que era su forma de pedirle perdón a Dios por el cúmulo de pecados cometidos en su juventud. --Se que Dios me perdonará de mi maldad—me dijo, mientras limpiaba el sudor que perlaba su frente, bajo un sol incandescente en medio del desierto del norte peruano. Le dije que no era necesario; que Cristo, nuestro amado Salvador, ya había pagado por nuestros pecados en la cruz y nos ofrecía una nueva vida. El hombre, que dijo llamarse Luis, sonrió con tristeza, tomó su cruz y reemprendió el camino por la interminable via asfaltada. No se cause dañoNational Geographic transmitió recientemente varios documentales sobre personas que se autoflagean en procura de perdón de Dios a sus pecados. Es increíble el sinnúmero de castigos auto inflingidos, en procura de limpìar su conciencia. Sencillamente no aceptan la obra redentora del Señor Jesús. El médico Matthew Michael Large de la Universidad de New South Wales en Sydney, Australia, y sus colegas, han analizado los registros disponibles de este comportamiento, y han publicado varios artículos acerca del tema en revistas. El último se encuentra en la British Journal of Ophthalmology.El Señor Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, trajo perdón a nuestros pecados y abrió las puertas para comenzar una nueva vida...
Basado en más de 50 reportes de autolesión en el cuerpo, los científicos argumentan que no es necesariamente un fenómeno llamado edípico: la gente generalmente no se lastima de esta manera por una culpa relacionada con el incesto. En cambio, es un síntoma de la psicosis no atendida. Preocupaciones, angustias, presiones externas y muchos factores que terminan desestabilizando mentalmente a la persona. Los investigadores citaron un estudio publicado en 1984 en la revista Survey of Ophthalmology que observó 33 reportes de casos de personas que para evitar el pecado, se sacaron los ojos, el cual concluyó que la mitad de ellos eran mujeres jóvenes, dos tercios tenían delirios religiosos y seis citaron el mismo pasaje bíblico: “Y si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y échalo de ti; pues es mejor para ti que uno de tus miembros perezca, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”(Mateo 5:29). Ignoraron que Jesús, nuestro amoroso Salvador, se refería a la necesidad de apartarnos del pecado. En el 94% de los 89 casos, los pacientes tenían creencias psicóticas relacionadas con el ojo, por ejemplo, que su ojo era malvado o que tenía poderes amenazantes. Algunos creían que para salvarse a sí mismos o a otros, tenían que sacrificar un ojo normal. En el 76% de los casos, existía un diagnóstico de esquizofrenia relacionado. El problema es buscar en el dolor causado por mano propia, la expiación o perdón de nuestros pecados. Tremendo error. Ya Jesús lo hizo a morir en la cruz: perdonó nuestras faltas, nos limpió de pecado y abrió las puertas a una nueva vida. “Las personas con graves problemas psicológicos pueden lesionarse a sí mismas, pero en este momento hay muchas más personas que se autolesionan debido a que sus vidas son difíciles y no conocen otras formas de lidiar con ello”, concluyen algunos expertos en sicología. Es necesario cambiar el esquema Hablé hace pocos días con un joven que, con ayuda del Señor Jesús, está saliendo de prácticas homosexuales, las que mantuvo por más de diez años. “Mi problema es que, cada vez que me arrodillo a orar, una voz dentro me dice que no tengo autoridad de ir a la presencia de Dios porque soy pecador”, relató el muchacho. Hablamos del tema un buen rato y entendió que ya Jesús lo había perdonado al morir en la cruz, y que todos sus pecados estaban perdonados. Y que, si en algún momento escuchaba de nuevo esa voz, debía rechazarla porque era un ataque del diablo procurando que volviera atrás. ¿Ha enfrentado una situación similar? Si es así, confíe en la ayuda de Dios. No se deje acusar por su pasado, ese pasado que ya nuestro amoroso Padre celestial perdonó. Aplique en su vida la recomendación del apóstol Pablo: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”(Filipenses 4:6, 7) Si vamos al Señor en los momentos en que somos atacados por nuestro ayer de graves pecados—los mismos que ya fueron perdonados—o cuando experimentamos tentaciones, el apóstol Pablo dice que Dios vendrá en nuestra ayuda y traerá una paz indescriptible, a nuestro mundo interior. A propósito, ¿ya recibió a Jesucristo en su corazón? No dilate esa decisión. Hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón y emprenda una nueva vida. No sólo alcanzará crecimiento personal y espiritual, sino que traerá cambio en donde se desenvuelve, en la familia, en el trabajo y en la sociedad.Por Fernando Alexis JiménezFuentes: Estudios Bíblicos