Revista Cultura y Ocio

Sutiles diferencias

Por María Bertoni

Sutiles diferenciasEl viernes pasado El Trece emitió Sutiles diferencias, unitario de ficción que renueva el compromiso de la emisora con la Fundación Huésped y con el objetivo de desterrar prejuicios relacionados con el sida. La propuesta valió la pena por dos motivos principales: primero por el gesto solidario del elenco y del canal (que donaron cachet e ingresos por publicidad a la ONG mencionada); segundo por la reivindicación de la función pedagógica de la televisión.

Gabriel Goity, Araceli González, Martín Slipak y Nicolás Condito encarnaron los roles protagónicos. Entre otros, Alicia Zanca, Diego Ramos, Christian Sancho, Carlos Portaluppi los secundaron.

El actor correntino encarnó el estereotipo del ignorante canalla (o al revés). Los demás personajes se encargaron de difundir informaciones médicas y mensajes concientizadores, no sólo sobre la enfermedad en sí, sino sobre la importancia de contener afectivamente a los pacientes, sobre el amor en general (incluido el homosexual) y sobre la necesidad de una mayor solidaridad con el otro desconocido.

El guión de Marcelo Camaño y Marisa Quiroga apostó a la fábula con final feliz (algunos le reprocharán la flagrante edulcoración de una realidad compleja y rancia). Por suerte el director Alberto Lecchi y el elenco compensaron el exceso de concesiones narrativas con una escenificación y actuaciones sobrias. 

Salvando las distancias, Sutiles diferencias comparte una misma limitación con Lo que el tiempo nos dejó, otra propuesta catódica de interés pedagógico: el tono tan explícito del mensaje.

Dicho esto, la realización a cargo de Kocawa Producciones se destacó por un tercer gran acierto: evitar el morbo y el golpe bajo que tantas veces parecen funcionar como única garantía de éxito en nuestra televisión.


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