Revista Música
SWEET OLD WORLD - Lucinda Williams, 1992. Crítica del álbum. Reseña. Review.
Por Bluemonday @BlueMonday1971Superar un monumento de álbum como el "Lucinda Williams" de 1988 era tarea harto complicada, así que lo que viniese después iba a ser analizado pormenorizadamente por crítica y público. Y efectivamente así fue, porque "Sweet Old World", publicado en 1992, fue una auténtica decepción en su momento, pero como cualquiera de los trabajos de Lucinda Williams tiene mucho encanto en su interior, tal vez demasiado, un encanto que probablemente no entra a la primera escucha, pero que se va haciendo un hueco en el oyente a medida que estas se suceden.
Fundamental para ubicar "Sweet Old World" es conocer que Lucinda Williams había rechazado en 1991 un suculento contrato con RCA, logrando de este modo mantener el control creativo de sus álbumes, algo para lo que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos. "Sweet Old World" tiene country, tiene folk y tiene rock and roll, pero por encima de todo es blues, blues no en el sentido más tradicional de la palabra, pero si con esa pureza e incluso con un mayor sentido de la melodia. Es un disco más oscuro y resignado que su predecesor. Producido por Gurf Morlix, Dusty Wakeman y la propia Lucinda Williams, del mismo modo que el anterior, esta vez la opción fue más suave con el objetivo de hacer los temas más desnudos y directos.
"Sweet Old World" es un compendio de composiciones que llegarán al alma de quien sea capaz de entenderlas, un trabajo conmovedor y sentido en el que por encima de todo destaca, una vez más, la exquisita composición de Lucinda Williams, la mujer que habla de manera tan sentida sobre la pérdida, escribiendo para este álbum alguna de sus composiciones más duras, centrandose en concreto en el suicidio y en general en la pérdida, pero ella lo hace de un modo tan honesto y tan inquebrantable en los detalles que sin duda lo convierte en algo sumamente bello, demostración audible de que Lucinda Williams creció entre poetas.
La interpretación vocal de Lucinda Williams mejora notablemente con respecto al "Lucinda Williams" de 1988, aunque por supuesto no se asoma a las grandes voces femeninas del counry rock, algo sin duda que es una bendición que la dota de garra, sentimiento y personalidad y otorga a sus composiciones esa melancolía rural propia de su vacilante y suave acento de Louisiana. Instrumentalmente consigue un sonido que se convierte en la mezcla perfecta de blues, country, rock y folk para ajustarse perfectamente al tipo de letras que escribe. A ese sonido contribuyeron sin duda alguna los músicos de su banda.
El inmenso guitarrista Gurf Morlix, mago de cualquier instrumento de cuerda, ya pieza clave en el "Lucinda Williams" del 88, el también guitarrista Duane Jarvis, nueva incorporación, pieza clave del country rock de la década de los 90, el bajista Dr John Ciambotti, partícipe también en el disco anterior, fundamental a la hora de matizar el sonido country del álbum, lo mismo que el baterista Donald Lindley mejoran de un modo notable la visión sonora y compositiva de una Lucinda Williams que además atrajo para "Sweet Old World" a invitados de excepción como el teclista Benmont Tench o a el espectacular violinita bluegrass Byron Berline. Una banda perfecta tanto para interpretar el más humeante rock de tugurio como para hacer llorar al más duro, una banda además que jamás se interpone en el camino de Lucinda Williams.
"Six Blocks Away" es un tema rockero excepcional sobre un poeta, perfecto para abrir un álbum, hisorias clásicas en el imaginario de la Williams con arreglos magistrales y ejecución casi perfecta tras el que aparece "Something About What Happens When We Talk", corte que ofrece letras sencillas y minimalistas que no esconden lo inteligentes y sugerentes que pueden llegar a ser, del mismo modo que lo hace "He Never Got Enough Love" abordando el tema del suicidio y de la pérdida de un modo absolutamente convincente e impecable.
"Sweet Old World" es un tema duro y conmovedor sobre el suicidio y sobre todo lo que quien lo ha vivido de cerca pudiera haber hecho para evitarlo. Una de las obras maestras de la carrera de Lucinda Williams capaz de enternecer al tipo más duro, uno de los mejores temas que se han escrito sobre este delicado tema, crudo y triste en el que ella consigue que creamos que el mundo no es tan malo a pesar de todo. Después "Little Angel, Little Brother" cuanta una historia interesante, no tan triste como la tónica general del álbum, tal vez de un modo menos directo que los temas que le preceden, pero igualmente perceptivo y poético.
"Pineola" describe los efectos que tiene el suicidio sobre familia y amigos abordado musicalmente desde un punto de vista muy parecido al "Changed The Locks" del "Lucinda Williams" de 1988, una desgarradora historia que traslada a "Lines Around Your Eyes", una dulce canción de amor, necesaria tras las duras letras de las composiciones que la preceden en fantástico ambiente country rock que probablemente hubiese podido convertirse en un éxito, aunque por supuesto no lo fue, de temática similar a "Prove My Love", otro tema de amor en el que destaca la tierna voz de Lucinda Williams esta vez desde una melódica perspectiva country,
"Sidewalks of the City" cuenta una historia triste pero esperanzadora sobre la ciudad con una sensación sonora del estilo al "Side Of The Road" del "Lucinda Williams" en un ambiente muy de balada a lo Springsteen, "Memphis Pearl" ofrece de nuevo letras convincentes esta vez desde una perspectiva absolutamente country, "Hot Blood" es un gran tema que sin duda cobra toda su magia cuando la Williams y su banda la interpretan en vivo, un tema lascivo que se aleja de la temática general del álbum, antes de poner el cierre con "Which Will", una magnífica revisión del tema original de Nick Drake, adalid del folk británico, aparecido en "Pink Moon", su último álbum, publicado en 1972, al que la Williams convierte aquí en una brillante y tierna canción de amor.
"Sweet Old World" es un álbum que quedo escondido entre el maravilloso "Lucinda Williams" de 1988 y el exitoso "Car Wheels on a Gravel Road" de 1998 y realmente es un trabajo que necesita cierto tiempo para ser asimilado por el oyente, pero que finalmente le atrapa sin remisión desde su más pura y sobria emoción y que desgraciadamente se suele pasar por alto cuando se rebusca entre lo mucho y bueno de la discografía de la Williams, la amante perfecta, comprensiva y compasiva cuando de amar a tipos frágiles se trata.
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