Revista Viajes
Tabarca tiene una historia que atrapa. Antiguo refugio de corsarios y nuevo hogar para unas familias de pescadores genoveses que se encontraban cautivos en la Tabarka tunecina, es hoy en día un paraíso marino. Sus aguas cristalinas acogen una espectacular fauna y flora, que se convierte en un escenario de ensueño para los amantes del buceo y de otras actividades acuáticas.
A 3 ó 4 millas de Santa Pola, desde donde salen las tabarqueras, los catamaranes o los barco-taxis, este conjunto de islotes se convierten, excepto en los meses de verano, en un remanso de paz donde sólo se escucha el sonido de las olas al golpear las calas y el graznido de las gaviotas que sobrevuelan la isla.
La última vez que la visité fue en el mes de septiembre, todavía con bastantes turistas, pero ya se podía disfrutar de las calas con más tranquilidad. La bonanza del clima de esta zona hace que sea un destino muy recomendable incluso en pleno invierno. Un fin de semana de estos radiantes, de cielo azul y sol brillante, tan frecuentes en la costa alicantina, es el momento ideal para pasar allí el día.
Las tabarqueras salen desde Alicante y desde Santa Pola, donde el trayecto es el más corto, durante todo el año. En temporada veraniega también desde Guardamar. Antes de atracar en el pequeño puerto de la isla, las embarcaciones se detienen para que los pasajeros puedan dar de comer a los peces. Enseguida nos vemos rodeados por ellos, sargos, lubinas, doradas, lecholas, momento idóneo para tomar nuestras primeras instantáneas marinas.
Una vez ya en tierra seguro que nos sorprende su tamaño. Menos de dos kilómetros separan un extremo del otro y como es completamente plana podemos observarla en su totalidad desde cualquier punto. Ha llegado el momento de perdernos por sus tranquilas calles y visitarla.
La isla fue fortificada. De esa época quedan las murallas, las puertas de San Gabriel o de la Trencada, de San Miguel ó de Alicante y de San Rafael o de Levante, que, como podéis ir imaginando, estos nombres indican claramente su ubicación.
También podemos visitar la casa del Gobernador, ahora convertida en hotel con encanto, y la Iglesia de San Pedro y San Pablo, que también mantiene un aspecto fortificado y cuyas heridas debidas a la erosión del viento y al salitre han sido recientemente reparadas.
Si nos vamos al extremo oriental, hacia el faro, nos encontramos con la torre de San José que fue prisión en otros tiempos. Tiene su origen en el s.XIX y en sus tiempos llegó a ser escuela de fareros procedentes de toda Europa.
Y tras la visita, llega el momento de degustar la gastronomía local, uno de los grandes placeres de la isla. El caldero tabarquí o el guiso de gallina, un pescado de roca típico de la isla, son los platos típicos, aunque no debemos olvidar la caldereta de langosta o cualquier plato que tenga como base los pescados con los que todos los días los pescadores nutren a los restaurantes. Ocasión ideal para acompañar con los vinos de D.O. Alicante.
Me gusta el mar, las historias marineras y los productos marineros, por lo que Tabarca es un buen rincón para perderse en cualquier momento del año. Si estáis por la zona, dejar que esta isla pirata os seduzca.