Para taconazos, los que daba Antonio el bailarín en los escenarios, desde Broadway hasta Moscú, pasando por París, Roma o El Cairo. Pocas veces ese vocablo, el del taconazo, ha tenido más run run que el que deriva de una acción protagonizada en un campo de fútbol. Lo que va de ayer a hoy: si hace apenas tres meses Guti era el diablo cojuelo en persona tras el aquelarre de Alcorcón, este fin de semana vuelve a encandilar a cierto madridismo más propenso a la anécdota que al hecho real. “Si no termina en gol, me estarían dando ‘palos’ hasta final de temporada”, reconoce el artista del pase atrás a Benzema, desde el imponente salón de su casa cuasi hollywoodiense.
¡Pero cómo viene hoy la prensa, señores! Que está que se nos escapa de las manos. ¿Eric Cantona estrenando obra de teatro en París? Pero, por favor. Cuán refinado se nos ha vuelto este marsellés que, hace justo 15 años, pateó con saña a un hincha del Crystal Palace, lo que le valió una ejemplarizante sanción de 9 meses: vamos, un embarazo. No es de extrañar que, puestos así, ahora aún defienda el cabezazo de un impotente Zinedine Zidane al italiano Materazzi en la final de aquel Mundial.
Y prueba de que la Premier League es fuente inagotable de sorpresas embarazosas, no hay más que ver la contraportada mundana del día: la mujer francesa del lateral del Chelsea, Wayne Bridge, se lo montó con el capitán del equipo. Y, claro, los pillaron en tan embarazosa situación, y con un aborto de por medio. Cuando la mujer de John Terry llamó pidiéndole explicaciones a la que creía su amiga, ella lo negó. Tarde y mal, pues en los quioscos un tabloide ya titulaba rampante: “Sabía que cuando se supiese sería horrible”. Por Dios, ten amigas para eso. Vaya bajonazo.