Tacones ¿lejanos?

Hace tiempo que no hablo de las ventajas que voy encontrando con la edad. Una de ellas es que dejas de “necesitar” llevar tacones a todas horas. Probablemente esto no es una cosa voluntaria, son tu espalda y tus pies quienes te dicen: ¡Basta!. Y no te queda más remedio que hacerles caso. Pero ganas en comodidad (nunca pensé que fuera a decir esto, madre mía).

Cada vez que pienso que iba a trabajar andando y subida en tacones de 12 centímetros o más y que además eran de mercadillo se me contraen las cervicales y me entra fatiga. Pero lo hacía.

Ahora sólo me pongo tacones cuando voy a algún evento o cuando me da un arrebato juvenil. En ambos casos al día siguiente me vuelvo inseparable de mi mantita eléctrica para la espalda y los pies dejan de existir.

Y ahora es cuando alguien mayor que yo me debería decir: “Te lo avisé, tanto tacón no es bueno, con los años te pasará factura”. Pero no me lo dicen, afortunadamente. Sobre todo porque de esas personas tengo fotos. Si. Fotos en blanco y negro pero en las que aparecen TAMBIÉN con taconazo.

No se puede decir de este agua no beberé, ni este zapato plano no me lo pondré. Ay.

Pero el caso es que es así, que llega un día en que te das cuenta que ya no puedes ponerte los tacones de vértigo que llevabas antes. Si acaso algún botín en invierno… pero sin pasarse.

El problema para mi es que no sé que ponerme en los pies. En invierno botas y en verano sandalias. Vale, pero ¿entre una cosa y otra?. Me veo como un pato mareado con cualquier cosa plana. Tengo que aprender a andar con zapato plano, me cuesta pero lo conseguiré.

Aunque…ayer vi en Zara unas sandalias con un taconazo preciosas, yo me las voy a comprar porque seguramente algún día…alguna noche…o simplemente para mirarlas. ¡Qué difícil es a veces evolucionar!. Voy a comprarme las plantillitas esas de silicona a ver si….

Por cierto, en cuanto al título que le he puesto al post: Todavía no he superado el trauma de ver a MI Miguel Bosé vestido de mujer. No lo puedo superar. Y mira que hace años. Aunque sigo pensando que prefiero que le gusten los hombres antes de que se vaya con otra mujer que no sea yo. Y mira que está envejeciendo peor que yo, mucho peor.