Siempre, todos los días, hace un siglo de algo. Y siempre, todos los días, nos gusta mirar hacia atrás. A veces, para mirar el camino recorrido y sentirnos orgullosos de loa avanzado. Otras, para todo lo contrario, para añorar aquello que se ha perdido entre las esquinas del tiempo. O simplemente por pura curiosidad, para conocer que permanece o que ha cambiado, que motivaba o que hastiaba a gente que vivió en el mismo sitio en el que lo hacemos nosotros ahora. Nos creemos especiales, distintos, a la última, pero no dejamos de ser carne de aniversario para que, dentro de otro siglo, alguien nos mire a través de vaya usted a saber que herramienta y esboze una sonrisa pensando: estos de 2011, que gente más curiosa.
Por ejemplo, en Madrid, hace un siglo, en un periódico de la época, llamado “La Correspondencia de España” se hablaba desde la portada del “Despilfarro del Hombre”, refiriéndose al excesivo gasto que hacían las naciones del mineral de hierro. La cosa era tan seria como que el periodista informaba que una nación como Inglaterra, según un Congreso realizado en Estocolmo, agotaría sus reservas en tan sólo diez años. Cierto que a España le daba 15 años más. Llegaba a decir que pudiera ser que para generaciones futuras, un clavo podía llegar a valer más que la Corona de Carlomagno. En fin, me tranquiliza saber que aun conservo por ahí alguna caja de clavos de los gordos.
Si seguimos leyendo, nos llega la noticia de que los franceses, por ejemplo, no han cambiado mucho en su afición a ese deporte de tirar las cosas al suelo, o bebidas al río. Tantas como sesenta mil botellas de Champagne, y todo porque la región no pasaba por sus mejores momentos. Según los emborrachadores de ríos, la culpa la tenían las copias de mala calidad que se hacían del líquido de las burbujitas, que vendian algunos desaprensivos haciéndolo pasar por bueno. En esto de las copias baratas, se ve que los chinos no siempre han tenido la exclusiva.
Para los que dicen que el tiempo está cambiando, en Madrid la máxima hace un siglo fue de 19 grados. Claro que eso era en Madrid, que en Melilla llevaban tres días sin correo por un quítame allá esas lluvias, en Valencia los barcos no salían de puerto por un fuerte temporal, y en Reinosa “gozaban” de 11 grados bajo cero. En Barcelona, sin embargo, los problemas eran más de huelgas, en una ciudad aun con heridas demasiado abiertas por la Semana Trágica de 1909. Lejos de todos esos temporales climáticos y sociales, se daba una completa relación de las actividades del amigo Alfonso XIII, que por ejemplo había pasado la tarde anterior de caza por los Montes del Pardo con su pandilla. El Bonachon y sencillo Alfonsete, como su nieto, se hizo con casi 300 piezas, entre ellas 160 perdices.
Se abrían hace un centenar de años, tal día como hoy, una Escuela Superior de Idiomas y un Casino como sede de la Agrupación de Músicos de Orquesta. Y los Alvarez Quintero estrenaban obra en El Nacional, uno de los muchos teatros que por aquella época florecían por Madrid. Me da que en eso de la juerga poco hemos cambiado por estas calles. Y juerga era lo que buscaban los visitantes de la calle Jacometrezzo, cuyos vecinos se lamentaban de “el espectáculo que diariamente ofrecen algunas infelices mujeres es ciertamente repulsivo. No bien entrada la noche, estaciónanse las tales en compactos grupo,s y con palabras y ademanes no muy aconsonantados con la decencia más rudimentaria, ofrecen al vecindario, y también al transeúnte, escenas que, por lo poco decorosas, no han de ser detalladas aqui“. Que amable el gacetillero con sus lectores. No sabemos si entre esos transeúntes estaría alguno de los que optarían luego a la anunciada plaza de “Salmista” en la Catedral de Guadix, dotada con 1.000 pesetas anuales, y cuyo plazo terminaba dos días después.
Y hoy, que empieza Fitur, también se cumplen 100 años desde que un concejal de la Villa y Corte, de nombre Bernardo Martin, presentaba una proposición al Ayuntamiento para que este subvencionara a la “Asociación de Propaganda de Madrid”, al efecto de que la ciudad promocionara sus muchos atractivos turísticos, al igual que, por ejemplo, lo hacía Barcelona, que aportaba 5.000 ptas a una asociación del mismo tipo.
Ahora y hace 100 años, la vida sigue. En 1911 es un problema creciente el número de atropellos. A Gregorio Canalejas le muerde un perro en la Calle del Oso, y Jose Aldea se luxa un tobillo al bajarse del tranvía. Se anuncia el célebre depurativo vegetal Rob Boyveau Laffecteur (Exige el frasco legitimo) y la leche Malteada de Horlick (lo mejor para niños de pecho) cual teletienda de 2o11 se tratase. Y si por algún momento pensaramos que los tiempos han cambiado en todo, uno de los últimos anuncios del periódico reza tal que asi: “De 3 a 5 ptas diarias podrán ganar, sin descuidar sus ocupaciones, caballeros y señoritas que tengan disponibles algunas horas al día y quieran trabajar por nuestra o propia cuenta, nueva industria americana de última invención, fácil y al alcance de toda inteligencia. Buscamos colaboradores y representantes en todas poblaciones y capitales de España. Remitimos gratis elegante muestrario y explicaciones a quien lo solicite a The American Photo Supply…”
No es que los tiempos cambien que es una barbaridad. Lo que es una barbaridad es que no cambien en ciertas cosas.
Puedes leer este post y muchas más noticias y artículos interesantes sobre Madrid en Madridiario.
Comparte Cosechadel66: Facebook Google Bookmarks Twitter