La Mano de Dios en el Mundial de México en el 86. El encuentro entre España y Corea del Sur en el Mundial de Corea en 2002. El Alemania - Inglaterra en el Mundial de Sudáfrica en 2010. El encuentro entre el Málaga y el Borussia de Dormunt en la Copa de Europa del 2013. El famoso Chelsea - Barcelona en la edición de la Champions League de 2009...
Estos son algunos ejemplos de las injusticias que se han vivido en el mundo del fútbol todos estos años atrás. Entiéndase por injusticias errores arbitrales que ya sean cometidos adrede o sin intención alguna, han privado a los perjudicados que conseguir la victoria o cambiar el devenir de sus partidos. Tanto los aficionados al fútbol como los profesionales que hay en él, hemos estado pidiendo un sistema que eliminara, o como mínimo redujera, todos esos errores que ocurrían y hacer de este deporte algo más justo para vencedores y vencidos.
Primero llegó la tecnología de la línea de gol. La primera vez que se probó fue en el Mundial de 2014 en el encuentro que enfrentaba a Brasil con Honduras. Consiste en un sistema de 12 antenas repartidas por las esquinas del campo que mandan un mensaje al reloj que posee el árbitro cada vez que el balón cruza la línea de la portería. De esta manera, la FIFA acababa con los goles fantasmas.
Después llegó el VAR (video assistant referee o videoarbitraje). Es un sistema de asistencia arbitral cuyo objetivo es evitar flagrantes errores humanos que condicionen el resultado del partido. Después de dos años de prueba, se lanzó de manera oficial en el Mundial de Rusia de 2018 con grandes aciertos. Aunque nada es perfecto, el uso del VAR en cada uno de los partidos y la aplicación de los árbitros de campo de las advertencias recibidas de la sala de videoarbitraje fueron impecables. La implantación de este sistema depende de cada federación, siendo la temporada 2018/2019 donde la mayor parte de las ligas europeas lo incorporó en sus competiciones, incluida España.
Y aquí es donde acaba lo bonito de esta tecnología. Tras los buenos resultados cosechados en el Mundial de Rusia, todos nos sentimos confiados y seguros de que se acabaría con la mayor parte de los errores cometidos por los árbitros en los encuentros, pero... nada más lejos de la realidad. La implantación del VAR en España no ha hecho otra cosa que constatar como de podrido está nuestro sistema; ya sea por desconocimiento de uso de los propios árbitros, por protección entre ellos y no dejar en evidencia al compañero o por recibir consignas desde más arriba. De esto último siempre se ha sospechado, siendo el máximo exponente José Mourinho durante su etapa en el Real Madrid. Con datos en la mano y esa fuerza que le caracteriza, Mourinho intentaba despertar a aficionados, club y medios de información para que reaccionaran a lo que a todas luces parecía haber diferencia de trato arbitral entre unos equipos y otros.
Volviendo al presente, el VAR ha añadido más polémica de la que ha quitado (el verdadero motivo de su creación). Ha habido equipos a los que se le ha revisado casi todas las jugadas, otros a los que no se les ha revisado absolutamente nada y al resto, los han dejado a medias. Parece increíble que con todas las imágenes que poseen y la posibilidad de verlas más lentas, se hayan cometido errores tan flagrantes. Esto lleva a pensar que a lo mejor Mourinho y todos los que han estado enviando quejas a la Federación y a LaLiga, no estuvieran equivocados. En marcha está la operación ‘Soule’ que se ha llevado por delante al ex presidente Villar y a toda su federación.
A pesar del cambio en este estamento del fútbol español, sigue existiendo ese aire viciado, turbio, negro que mancha cada vez más este precioso deporte. Un ejemplo claro de transparencia y buen hacer, se da en la Champions League. La UEFA revela después de cada partido, un documento con la explicación de las diferentes decisiones que tanto el árbitro de campo como los asistentes en la sala de video, han tomado. Sin trampas. Sin ocultismo. Y la culpa de lo que ocurre en nuestra competición casera no es solo de los árbitros, sino del silencio ‘cómplice’ de la mayoría de los medios de comunicación tradicionales.
Me acuerdo, cuando era más pequeño, que todo lo que escuchaba en la radio o leía en periódicos me lo creía porque ¿cómo un profesional de la información encargado de investigar y contrastar que lo que está escribiendo y sacando a la luz era verdad, iba a mentir? Pues a la vista está de todo el mundo que esa omisión de la verdad o tergiversamiento de la realidad, forma parte de la vida profesional de estas personas.
Todo esto no se acaba con simples cambios. Se necesita una remodelación profunda de todas las instituciones futboleras de nuestro país. Alguien que traiga aire fresco y renueve cada departamento, sin presión a los árbitros de actuar de una u otra forma, sin favores, sin manipulación... o tal vez sea un simple loco que lo que pide es imposible de conseguir.