Eventos
Desde hace un tiempo estoy colaborando con la empresa Fizpílar como redactora freelance. Para quien no sabe de qué se trata, esta empresa fabrica unos envases de cerámica con tapas hechas de diferentes maderas cuya virtud es que, debido a los materiales con los que están hechos, guardan la humedad de los alimentos en su interior y eso provoca que se conserven fuera de la nevera por más tiempo y se maduren con mucho más sabor que si los tienes refrigerados.
Hasta aquí el momento spot televisivo. Conocí los productos cuando su creador, o sea mi jefe, me entrevistó para colaborar con ellos, es una empresa pequeña que recién comienza. A mí me parecieron muy chulos los recipientes, en plan minimalista, como los diseños nórdicos, y me gustó la propuesta de trabajo porque, aunque no es exactamente redacción, que es lo que a mí me gusta, mi tarea tiene que ver con promoción y marketing, asunto que siempre he disfrutado por las relaciones públicas que implica. De hecho, a día de hoy lo que más me gusta de este trabajo es que estoy conociendo gente muy interesante dentro del mundo gastronómico 2.0, unos en persona, otros, la mayoría, mediante relaciones virtuales, las mismas que ahora forman parte de nuestra vida diaria de forma natural y que conllevan oportunidades personales y/o laborales provechosas. Networking que lo llaman.
El caso es que hoy hablo de esto en el blog porque hace unos días organizamos un evento con el objetivo de dar a conocer la empresa entre los periodistas y blogueros del sector gastronomía mediante una acción que procuramos fuese divertida e instructiva. Hicimos un taller de cocina de verano en la escuela Sueños de Cocina de Nacho Garbayo (a él lo conocí primero vía email y luego en persona, un chico supermajo y colaborador) impartido por el chef Jesús Almagro (ahora popular por su participación en el programa Top Chef el año pasado, pero con muchos años de experiencia a cuestas) y por el sumiller Jesús Flores (un señor muy agradable que sabe muchísimo de vinos).
Yo me ocupé de la convocatoria y de una parte de la comunicación del evento durante las semanas previas … Y el día del taller me fui lo más temprano que pude (ser freelance y tener varios trabajos complica bastante los horarios) al sitio para ayudar en lo necesario e ir haciendo imágenes para ir tuiteando (porque si haces y no lo saben es como si no hicieras nada).
La verdad es que el taller fue un éxito, faltaron tres invitados a última hora pero todos los demás que habían sido convocados y habían confirmado estaban. Mientras iban llegando, a cada uno le entregábamos una tarjeta con el hashtag del evento, #fizpilarmadura, y las cuentas de Twitter de todos los implicados. Ellos desde el primer momento compartieron su experiencia en sus redes sociales y participaron activamente en el taller, aunque aquí el mérito grande era de Almagro que les iba contando lo que estaba haciendo y los invitaba a participar en los diferentes pasos de las preparaciones.
Elaboró tres recetas hechas en parte con ingredientes que habían sido llevados a la escuela unos días antes con los recipientes -los de la empresa para la que trabajo, digo- para madurarse, las tres preparaciones bien fresquitas y a tono con el verano que ya está instalado en Madrid a pesar de la lluvia de ese día. La primera era un gazpacho de cerezas con buey de mar y tomates diferentes, que tenía una trabajo de preparación increíble -y eso que traía algunas cosas medio hechas desde casa como la masa de tomate para los cuadraditos que acompañaban la sopa.
La segunda la llamó “cremoso Fizpílar”, una crema hecha con tomate pera, palo cortado, trufa de verano y almendra tierna. Este me gustó mucho por la mezcla de sabores, además de que, antes de que todos llegaran Jesús nos estuvo mostrando los ingredientes, y la trufa y las almendras tenían un olor increíble, aquí unas fotillos
Y la tercera, más sencilla en cuanto a preparación pero con una presentación superbonita, eran unos canelones de aguacate con langostinos, yogur y aceite picual, os lo presento:
Cada plato iba maridado con un vino, de eso se encargó Jesús Flores, que combinó tres caldos distintos de la bodega Viñátigo de las Islas Canarias. esta parte del taller particularmente me gustó bastante porque, como no tengo mucha idea de vinos -yo solo se si me gusta o no y algunos conceptos muy básicos- me agrada cuando alguien que sabe te explica las diferentes características de cada botella, además de que me encanta conocer vinos distintos a los famosos de siempre como Rioja, Ribera, Rueda, etc.
Me sorprendió cuando comentó que el sentido del gusto en realidad es la prolongación del olfato. Después me acerqué y le pregunté a solas sobre su afirmación, me explicó que si no hay olfato es muy complicado saborear, y me remitió a cuando se es niño y nuestras mamás nos tapan la nariz para obligarnos a tomar una medicina que no nos gusta. Ahí no saboreamos. La verdad es que nunca había pensado en ello.
Flores presentó cada vino con una breve explicación y el porqué del maridaje con cada plato, por ejemplo, el carácter salino del primer vino que combinó anulaba el vinagre del gazpacho de cerezas, lo que hacía que pudiésemos percibir el sabor de uno y otro (vino y plato) en plenitud.
Al terminar el taller el ambiente era mucho más relajado, producto en parte del rato pasado todos reunidos en el sitio, producto en parte de las pequeñas dosis de vino ingeridas que distendían los ánimos. Después vinieron la foto reglamentaria de grupo y muchas otras más que cada uno con su teléfono iba haciendo, las charlas informales, intercambios de tarjetas y la entrega del obsequio que habíamos preparado para los invitados: un envase personalizado con el nombre del blog respectivo grabado en la tapa. No tengo foto, pero quedaron muy bonitos, aunque os muestro esta del grupo al finalizar el taller:
Imagen: Fizpílar
Me gusta mi trabajo. Y esto no lo digo todo el tiempo.
Archivado en: Eventos