Bueno, pues ya está aquí septiembre y pasó la vorágine de agosto. Intentaré retomar un poco el blog a ver que pasa…
El pasado 16 de agosto asistí a un taller de invertidas de 5 horas. Os habréis dado cuenta que el pino se ha convertido en mi reto personal ya que jamás pude hacerlo, ni siquiera de niña. Así que hice caso omiso a mi miedo y me apunté para ver si conseguía al menos algún tip que me ayudase a avanzar.
La chica que daba las clases era muy cercana y dulce y éramos solo 5 en clase con lo que la cosa prometía. Aprendí que para el pino de cabeza en trípode tenía que llevar la espalda más atrás de lo que la llevaba, me atreví a subir a pino de cabeza con apertura de piernas, aunque no conseguí alejarme de la pared… y llegó la hora de mi temido pino de manos…
No conseguí ni siquiera probar a hacerlo e intentaré explicar porqué: en la clase como ya he dicho éramos 5. Una chica, una madre y una hija, Carlos y yo. La chica (no consigo recordar su nombre), Carlos y yo estábamos en un nivel muy bajo en cuanto a invertidas; pero la madre y la hija parecían saber casi más que la profesora. La madre, era profesora de baile y tenía más flexibilidad, agilidad y conocimiento corporal del que yo tendré en mi vida. La hija había bailado toda su vida. La cuestión es que los otros tres nos quedábamos boquiabiertos con la habilidad y la facilidad con la que ellas hacían toda clase de pinos (de cabeza, antebrazos y manos) y creo que en lugar de motivarnos, nos desanimó.
Pasó un poco como cuando ves las fotos de instagram de gente que realiza posturas increíbles y perfectas y te dices: «yo quiero hacer eso», sin tener en cuenta que la mayoría de esas personas llevan muchísimos años de práctica y que la mayoría han practicado gimnasia rítmica o deportiva, o danza, etc. Entonces tú ego te lleva a intentarlo y lejos de conseguirlo lo que si consigues es una lesión (al menos a mí me ha pasado, y supongo que a much@s de vosotr@s).
Yoga no eso. No paro de oírlo, leerlo y decírmelo a mí misma. La práctica es personal e intransferible.
La verdad es que me motiva más ver a gente «normal» que ha empezado tarde y ver sus progresos, seguir sus tropiezos y pequeñas-grandes victorias, sus esfuerzos… eso hace que me alegre mucho por sus logros los cuales hago míos porque me siento más identificada.
Yoga no son piruetas, ni posturas fascinantes. Cada cuerpo es distinto. Cada uno tiene que amoldarse a su nivel e intentar superarse desde ahí. Aún así sería estupendo poder realizarlas.
Yo seguiré muy poquito a poco intentar elevar mis caderas sobre mis hombros para conseguir la magia del equilibrio sobre las manos.
.En este vídeo está mi mejor logro con el pino de manos intentando el equilibrio manteniendo las piernas en L ya que de este modo es más fácil encontrar el equilibrio y da menos miedo. Es lo máximo a lo que llego y no siempre, porque a veces parece que doy pasos atrás y de repente ya no soy capaz de subirme.