Por Roy Bean
Juzo Itami
Sobre la figura de Juzo Itami:
Normalmente no solemos hacer este tipo de introducciones en Ganarse un acre, pero creo que la ocasión sirve para descubrir a este tardío director Japonés, Juzo Itami, un vitalista, un comediante que tuvo una vida bastante difícil y cuyo termino vital fue bastante perverso. Hijo de uno de los primeros pioneros del cine Japonés, Mansaku Itami, actor y escritor durante largo tiempo antes de aventurarse detrás de las cámaras, Juzo Itami debutará nada menos que con cincuenta años cumplidos para cultivar un tipo de comedia fuertemente satírica que le procurará de inmediato reconocimiento con su primera obra El funeral. Menos sutil y mucho más excéntrica Tampopo le valdrá a Itami un notable éxito en Europa y EEUU, consagrándole durante unos años como un hombre de referencia dentro del cine Japonés del momento. Concebidas cada vez más como vehículos para su esposa, la actriz Nobuko Miyamoto, sus siguientes películas apenas si variaran la exitosa con dos únicas excepciones, El enfermo, una atípica comedia centrada en un paciente terminal de cáncer y la que para mi es su mejor película Una vida tranquila, autentica rareza dentro de su filmo, una sensible adaptación de una novela del premio Nobel (y cuñado suyo ) Kenzaburo Oe sobre las relaciones de un deficiente mental y su hermana pequeña. Tras un paréntesis, interpretado por algunos , como un forzado cambio de rumbo como consecuencia de un atentado que sufrió a manos de la Yakuza y que casi acaba con su vida, debido a la nada satisfecha representación de su clan y sus métodos que había hecho en La abogada, Itami volverá a probar fortuna en el terreno de la comedia con La mujer del supermercado y La testigo, dos filmes poco inspirados, cuyo estruendoso fracaso en taquilla probablemente influyera en la decisión del cineasta de acabar con su vida en 1997, aunque otras fuentes aseguran que la Yakuza esta detrás de su muerte.
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“Vaya ¿ Ha venido vd. También? ¿que va a comer? ¿Espero que no sean patatas fritas….¡¡¡¡NO quiero oir ningún ruidito de papeles mientras dura la película… Hacia nosotros se dirige un señor con traje blanco, con pinta de Dandy… Eastwood resumió irónicamente una vez su películas con las siguientes palabras: “Llego a una ciudad y todos los demás se rinden”. La segunda película de Itami, funciona de una forma similar, siempre según palabras del mismo director. “Western de fideos chinos (Ramen o Noddles) hecho en Japón” Un rudo camionero llamado Goro (Tstuotomi Yamazaki) ocupará el lugar del jinete solitario que conduce su vehiculo en una noche lluviosa, junto a su acompañante Gun (Ken Watanabe) paran en un pequeño restaurante destartalado en el que se sirven sopa de fideos chinos o Ramen, como lo llamaremos a partir de ahora. Allí conoce a Tampopo (Nobuko Miyamoto), la responsable de lugar, que siginifica: Diente de León, y que desde la muerte de su esposo ha luchado para sacar adelante sola el establecimiento. Cuando unos clientes se ponen violentos Goro se arrremanga y hace lo que tiene que hacer. Las consecuencias son dolorosas, pero Tampopo se lo encuentra en la puerta y le cura las heridas. A la mañana siguiente en el desayuno, Goro y Gun le dicen a Tampopo y a su hijo pequeño, Tabo, que ni el menú ni el diseño se corresponden al gusto de los clientes. Tampopo queda perpleja, pero Goro le coge la mano y logra que damita las necesidades de su clientela. Así se renueva el cuarto de huéspedes, y se renueva el pequeño resturante, se le da un lavado de imagen con nuevos muebles y diseños. Pero la misión principal de Goro es encontrar la receta perfecta del Ramen, para lo que reune a diversos colaboradores. Como la preparación y el consumo del Ramen son actividades con una cierta dimension espiritual, Goro y su equipo tienen que encontrar a maestros y sabios especialistas en su ramo. En sus busquedas conocen a amiembros de todas las clases sociales, camarillas y circulos de la sociedad japonesa, por no hablar de toda clase de cocineros posibles: especialistas en caldos, entendidos en la combinación de ingredientes, y selectores expertos en viandas. Los consulta a todos, en su esfuerzo de preparar lo que Goro resume sencillamente como “una mezcla de fideos clara y con mucho sabor”. Su objetivo resulta mas difícil de alcanzar de lo que se esperaban, pues no solo tienen que salvar obstáculos culinarios. Pero al final, los” buenos ” se hacen con la Joya. Con su misión cumplida, Goro mira con satisfacción a los clientes que hacen cola permanentemente para entrar en el restaurante de Tampopo, antes de salir y subir discretamente en su camión como si de un caballo se tratara, para salir en busca de una nueva aventura. El caballero de traje blanco con aspecto de dandy forma parte de una trama paralela y secundaria, le encanta pontificar y transmite todas las ideas de Itami sobre el cine, la buena comida, el sexo y la muerte. Esta odisea sobre la búsqueda del mejor “Ramen” se enmarca, como decimos, en una historia de un gangster, el hombre del traje blanco y su pinta de dandy y una gran pasión por el cine y su devota compañera, este hombre (Según le denomina en los créditos cumple la función de coro griego) pero amonesta como contábamos a los espectadores al principio de la película, pidiéndoles el decoro que exige la ocasión. También actúa de portavoz del director. El toque “Itami” siempre es ligero, ya se al destruir las expectativas del público y fusilar géneros o mezclar con frescura elementos tradicionales con otros modernos. Siempre resuelve las situaciones con habilidad y elegancia, pues nunca traiciona el tema principal: el placer de los sentidos, controla a la perfección los recursos cinematográficos que las imágenes correspondientes a las actividades de cocinar y comer son como un apetitoso festín para la vista. Las imágenes servidas por el director de fotografía, Maski Tamura, sin obra de arte atractivas ni raros artilugios que además estimulan el paladar… el placer culinario requiere de su tiempo. La desventurada pareja que forman Tampopo y Goro debe separarse en virtud de la convección Hollywodiense… todo el mundo sabe que un auténtico vaquero tiene que partir rumbo al sol del ocaso.
Dentro de este subgénero gastronómico, donde se pueden englobar un buen montón de película, cito dos El festín de Babette y Comer, beber y amar, se aconseja al espectador que esté bien comido y sin apetito cuando se disponga a verla.