Revista Opinión

Tan poca vida

Publicado el 21 septiembre 2020 por Jcromero

Al comenzar la lectura de una novela voluminosa, cabe preguntarse si vale la pena dedicar tanto tiempo a un relato de ficción. La respuesta siempre se encontrará después de leer la última frase y valorar lo leído. En todo caso, aunque sea absurdo juzgar un libro por su volumen, en esta ocasión la pregunta resulta pertinente para un texto extenso y que además precisa de pausas para recuperarse del desasosiego y sobreponerse al escalofrío que producen algunos de sus pasajes.

Tan poca vida
La novela aborda la relación de cuatro hombres que se conocen en su etapa universitaria, se hacen amigos y mantienen esos vínculos durante años. Jude St. Francis es uno de los cuatro personajes que conoceremos desde la juventud; Willem, JB y Malcolm completan el cuarteto. Abogado, actor, pintor y arquitecto son sus profesiones. La narración se centra de manera especial en la vida de Jude que se convierte en un abogado de éxito y mantiene una constante lucha interior con el recuerdo de un pasado atroz que gustaría borrar. La fotografía de la portada resulta tan enigmática como la vida de Jude. En ella aparece el rostro de un hombre con una expresión confusa. La primera impresión es un gesto de dolor, como si estuviera a punto de echarse a llorar, pero el autor de la instantánea, Peter Hujar, la tituló Orgasmic man.

Conforme se avanza en la lectura se descubre que Jude es alguien que vive con un daño físico y psíquico tremendo. Algo que resulta desconocido para quienes le rodean y que será desvelado al lector poco a poco. Jude es el protagonista de un relato brutal y, de alguna manera, representa a quienes ocultan, a sus más íntimos, aspectos de su vida. Jude levanta un muro de silencio y construye una coraza impermeable entre su presente y un pasado incapaz de superar. Y ese silencio, esa privacidad celosamente custodiada que empezó siendo una protección, con el paso de los años se transforma en una obsesión incontrolable.

El no poder huir de lo que tuvo que soportar en su infancia y adolescencia es el problema. Cada vez que lo intenta una manada de hienas le recuerda una y otra vez quién era y lo que había vivido. Esas hienas le persiguen y atenazan, "hasta que una noche Jude sabe que sus esfuerzos ya no lo satisfarán: necesita hacerse cortes, muchos y profundos. Las hienas han empezado a soltar pequeños y agudos aullidos que parece que procedan de otra criatura, y él sabe que solo el dolor las acallará". "A veces lo hago porque me siento tan mal o tan avergonzado que necesito convertir en dolor físico lo que siento -empezó a decir, y me miró antes de volver a bajar la mirada-. Otras veces porque siento muchas cosas y necesito no sentir nada, y eso me ayuda a conseguirlo. Y otras porque me siento feliz y tengo que recordarme que no debería sentir felicidad". Comprender el dolor que sufre alguien que se resiste a compartir las causas del mismo se convierte en uno de los temas de la novela.

Yanighara construye la biografía alguien marcado por un trauma infantil y aborda la amistad entre hombres sirviéndose de unas relaciones marcadas por la adicción, el éxito y el dolor. Con una prosa cruda al describir las autolesiones y sutil al esbozar los abusos y agresiones que se ocultan tras el silencio del protagonista, embarca al lector en una travesía desgarradora. Poco importa que sea una ficción inverosímil donde los personajes o son buenos y poseedores de las mejores virtudes del ser humano o son crueles y perversos como sólo es capaz de ser el hombre. La autora presenta una interesante ruptura de pautas sociales y sugiere al lector temas como la manera de afrontar la autolesión y comprender sus motivos o la amistad entre personas del mismo sexo y sus límites.


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