La situación caótica en la que lleva sumida Tailandia desde hace más de medio año puede tocar a su fin en las próximas horas. El ejército tailandés ha tomado la decisión de acordonar el centro financiero de Bangkok con vehículos blindados y con tropas de asalto para impedir nuevas movilizaciones de los opositores al actual gobierno. Es el último desafío lanzado por el primer ministro tailandés a los 5.000 ‘camisas rojas’ que continúan parapetados detrás de las barricadas y empalizadas ubicadas en el corazón de la ciudad. Es una advertencia para que se marchen a sus casas de manera pacífica ya en caso contrario serán las tropas gubernamentales las encargadas de entrar a la fuerza.
Un primer paso, para evitar males mayores, ha sido el desalojo de todos los residentes del centro financiero de Bangkok ante posibles enfrentamientos entre los manifestantes y el ejército tailandés. Los ‘camisas rojas’ llevan acampados más de cinco semanas en una de las zonas más exclusivas de la capital. Rodeados de Centros Comerciales de lujo, tiendas exclusivas de firmas internacionales y cerca de las mansiones y hoteles más prestigiosos de la capital.
"Esta es una medida a escala total para limitar el movimiento de los manifestantes y cerrar esa área al 100 por ciento, a partir de la medianoche", ha explicado un portavoz del Ejército. "A los residentes en la zona, por favor que la abandonen. Después de la medianoche las autoridades no permitirán que nadie entre", ha añadido.
Si las buenas palabras no son acompañadas de actos por parte de los opositores el gobierno estaría dispuesto a poner en marcha otras medidas, bastante impopulares, como cortar el suministro de electricidad y agua a la zona en la que se atrincheran los opositores al primero ministro Abhisit Vejajiva. Pero los líderes de los opositores ya han anunciado que no se irán sin presentar batalla. Han ordenado a sus seguidores que rodeen con una cadena humana a todos los vehículos blindados que intenten entrar en su territorio cortándoles el paso y obligándoles a detenerse.
Este desafío lanzado por la oposición puede ser el detonante para que estalle una nueva ola de violencia en la capital Tailandesa, donde continúa el estado de excepción decretado el pasado 7 de abril por el primer ministro. Hasta el momento los enfrentamientos entre opositores y fuerzas de seguridad se han saldado con una veintena de muertos y más de 1.000 heridos. Por esto se teme que el pacto alcanzado entre las dos partes y que contempla la marcha de los manifestantes de la capital, después de que el Gobierno cediese a las exigencias de los camisas rojas y entregase al viceprimer ministro se acaba rompiendo.