Adiós al verano de los largos días aprovechados al máximo, de mañanas de piscina y largos entrenamientos de patinaje, de campamento de montaña, de jornadas de playa de arena negra en el océano Atlántico, de orografía volcánica y escenarios naturales excepcionales, de kayaks y paddle surf, de baños en los mares Jónico y Egeo, paseos por el Adriático y el Mediterráneo, de un trocito de nuestros días en un barco, del vaivén de las olas del mar en el medio de la nada, del descubrimiento de un pedacito bellísimo de Montenegro y la majestuosidad de la Hélade… de la vuelta al remanso de paz de nuestra casa.
Bienvenida, nueva temporada, ya te estábamos esperando para descansar en la rutina y soñar con nuevos destinos, nuevas experiencias, para actualizar mis recetas, compartir mis experimentos en la cocina y disfrutar sus olores, sabores, colores, las fotos que traspasan pantallas hasta llegar a tu mesa.
Bienvenidos, todos. Ya estoy aquí para un buen rato.
Si me has seguido en instagram, habrás observado que no ha sido precisamente un verano tranquilo. Desde disfrutar el Mediterráneo, que para nosotros, viviendo en Barcelona, es como “de andar por casa”, a descubrir, en la primera salida de nuestras vacaciones, la maravillosa isla de Tenerife de una punta a otra. Recorrer sus sinuosas carreteras costeras, observar el cambio de clima de un lado a otro, maravillarnos de su orografía, sus pueblecitos y su gastronomía, de sus guachinches y sus gentes. De Tenerife, sus papas con mojos, los quesos fritos y asados, el quesillo, guiso de carne, etc.
Del Atlántico hasta el Mediterráneo, pasando por el Mar Jónico, el Adriático y el Egeo. Paseamos por la caótica ciudad de Atenas durante unos días y disfrutamos de la magnificencia de la antigua Grecia, de las reminiscencias que allí quedan para sumergirnos luego en una aventura totalmente desconocida por nosotros, el mundo del crucero, muy recomendable.
Paseamos por Olimpia, conocimos un bello pueblo en Montenegro, tuvimos la desdicha de no poder atracar en Mykonos -excusa perfecta para volver y seguir conociendo las islas griegas-, nos adentramos en las empedradas y laberínticas calles de Rodas y nos dimos un baño frío en el Egeo de una isla llamada Chios. Y mientras tanto, comimos y disfrutamos de toda una gastronomía exquisita, de los mejores chefs, de excelentes calidades.
Aunque parezca mentira, todas estas fotos son de los platos que yo misma he comido… y, déjame decirte que no son las únicas fotos. Muchas de éstas me servirán de inspiración para ilustrar el blog en los siguientes meses.
La receta inaugural de la temporada tendría que haber sido, pues, de estos dos viajes, pero dado que esta noche en casa se celebra “El día del Grito”, como “mexicana” de adopción y con el fin de no perder costumbres en lo que en México se conoce como “el mes patrio”, te dejo estos deliciosos, facilísimos y rápidos tacos de picadillo (de carne picada, para que nos entendamos).
Ingredientes
- 500 g. de carne picada de vacuno
- 1 zanahoria en cuadritos
- 2 patatas cocidas en cuadritos
- 2 tomates en cuadritos
- 1 cebolla
- 1 ajo picado
- 1/2 cucharadita de comino molido
- 1/2 cucharadita de orégano seco
- Sal y pimienta
- Un chile (opcional)
- 20 tortillas de maíz o harina (a gusto)
Corta la zanahoria y la patata en cuadritos pequeños y ponla hervir. Reserva cuando estén hechas, no deben de estar pasadas de cocción.
Fríe la cebolla y el ajo hasta que estén pochados. Añade el tomate y rehoga. Si te gusta el picante, puedes añadir en este momento un chile en rodajas. Incorpora la carne picada hasta que se haga completamente. Adereza con sal, pimienta, comino y orégano.
Una vez hecha la carne, mezcla con la verduras cocidas hasta que se integren.
Calienta tortillas y rellena los tacos. Puedes servir con cebolla cortada, lechuga, más tomate fresco en cuadritos, salsa picante… o con un chile de “amor” (como lo llama mi marido, porque se come “a mor-di-das”.
Que los disfrutes.
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